Mensaje
por Yeyo » Jue Nov 30, 2006 8:09 pm
Como ha dicho Rorro, me parece que la diferencia entre ejercicio y coreografía es el fin que persigue. Incluso ambos pueden ser los mismos movimientos, pero en el primer caso se persigue el aprendizaje y en el segundo un fin escénico.
Por otro lado, aclarar que este segundo fin no es “hacer bonito”. No creo que haya ningún director de teatro o cine que busque eso en un combate. Una buena escena de combate persigue un fin muy determinado, ya sea emotivo o expresivo, en la definición de personajes y su relación entre ellos, mostrar la evolución existente en alguno… o conseguir un determinado ritmo narrativo. Obviamente, existen películas en las que los combates te dejan frío y no son más que una sucesión de técnicas o fantasmadas sin sentido. Pero también hay diálogos o interpretaciones igualmente vacuas.
Respecto a la música, existen las escalas, así como una serie de normas de armonía y melodía. En cierto sentido, es como las matemáticas, si sabes unas normas y te atienes a ellas, siempre lograrás hacer algo que suene bien, aunque tal vez repleto de lugares comunes. En cambio, una composición (una coreografía, vaya) puede trabajarse durante días, por lo que el resultado será más emocionante y de mayor calidad. Por tanto, creo que en la música ocurre exactamente lo inverso a este caso.
Coincido con Midel, al menos, en que existe un desprecio hacia la esgrima escénica por cuestiones que poco tienen que ver con lo que realmente es. En todo caso, puesto que las coreografías están destinadas a un público normalmente inexperto, que no va a distinguir si una técnica es correcta, efectiva o adecuada o no, siempre peca de irreal. Además, se falsean muchas técnicas por cuestiones de seguridad: las estocadas pueden lanzarse algo inclinadas o, si se trata de cine, aprovechar la posición de la cámara para falsearlas completamente.
Pero tampoco hay que olvidar que los que practican esgrima escénica no combaten con careta y generalmente corren más peligro que los que combaten “realmente”. Se podría decir que en la esgrima escénica existe la capacidad de hacer daño, pero no la intención, y en la esgrima competitiva existe la intención pero no la capacidad. Posiblemente, un especialista en combate de cine haya sufrido muchas más lesiones que un prácticamente de esgrima histórica. Por tanto, alardes viriles no vienen a cuento.
Por otro lado, tanto ejercicio como coreografía falsean un combate y pueden generar vicios, por lago tan sencillo como que cada combatiente ya sabe lo que va hacer el contrario. Uno puede adelantarse a él en una acción, pues sabe lo que va a venir, algo que, si no existe honestidad, lo cambia todo.
Pero también los combates simulados que realizamos falsean la realidad y generan vicios. ¿Por qué los combates “reales” son cortitos? Tal vez porque la gente arriesga más, al contar con una serie de protecciones y no jugarse la vida. ¿Es realista que un combate termine con un “touché, hala ya estás muerto, que te he tocado primero”?
Los vídeos con “demostraciones” técnicas en plan fantasmada tienen el mismo fin que muchos manuales ilustrados de la época. Un fin comercial. También las demostraciones de artes marciales tienen ese mismo fin. Todo el que haya practicado alguna sabe que hay acciones o llaves que quedan muy bonito pero que jamás intentaríamos emplear en competición… o en una pelea callejera.
En definitiva, que yo no creo en realidades maniqueas.