Sunwolf dice: "Es difícil establecer "rupturas" claras en lo que se refiere al tiempo"
No es difícil, sino imposible, creo yo. Las revoluciones, de hecho, estallan cuando un proceso de larga duración llega a un callejón sin salida, por lo que ni siquiera ahí hay rupturas. La Revolución inglesa del XVII es, por ejemplo, el estallido de una clase social que lleva décadas asentándose y, al fin, pide su sitio a lo bestia tras mucho tiempo sentándose junto a los cavaliers y colaborando con la monarquía que acabarían por echar abajo.
Si definimos "arma" como subdivisión de un ejército con distintivo, cadena de mando, burocracia, uniforme, administración, presupuesto y jerarquía propios, pues no, no existió en el medioevo. Pero si usamos este término para definir un grupo de hombres que combaten juntos en función de su equipo y adiestramiento, bajo mandos intermedios que se subordinan a otros superiores y con una táctica acorde a todo ello... pues sí, a esto sí se le puede aplicar el palabro. Ojo, es un anacronismo -término dieciochesco para situación medieval- como una casa, pero no hay problema en usarlo mientras todos nos demos cuenta de ello y no nos lleve a confusión.
Respecto a los mandos intermedios... pues no son tan necesarios en una batalla donde toda la infantería solía formar bloques compactos, pero sí en operaciones de escaramuza, sitios, etc, mucho más habituales que las batallas. Por ejemplo, desde fines del XIII la infantería de la hueste municipal de Barcelona de dividía en desenes y cinquantenes, grupos de diez y cincuenta hombres mandados por un jefe que, a su vez, se ponía a las órdenes del Conseller que mandaba la hueste. Algo similar sucedía con la infantería del commune de Florencia, agrupada en "venticinquine".
Ojo con la Alta Edad Media!! Las crónicas nos hablan de movimientos de tropas bestiales y muy bien organizados. Por ejemplo, la crónica de Ermoldo el Negro, que explica el sitio de Barcelona por los francos en el 802, o la de Juliano de Toledo, que relata una impresionante campaña llevada a cabo por el rey godo Wamba, a fines del siglo VII, contra el duque rebelde Paulo, con operación combinada por mar y tierra y un impresionante despliegue de medios en el sitio de Narbona. Es cierto que las crónicas pueden ser providencialistas, exageradas e inexactas, pero es que hay otras tipologías documentales que hablan de reclutamiento y obligaciones militares que resultan sorprendentes: el Doomesday Book de Guillermo el conquistador, el Catalogus Baronum del rey normando de Sicilia o el Indiculus Loricatorum de los otones sorprenden por las capacidades de organización que muestran los reinos germánicos, que heredan parte de la estructura pública de Roma y se la apropian, acabando con el aparente garrulismo de las hordas germánicas. De hecho, un ejército feudal del XI tiene menos capacidad de centralizar tropas y recursos que uno visigodo o carolingio. Wamba no podría haber tomado Barcelona y Narbona sin zapadores, infantería, marina... en pleno siglo VII.
Sunwolf dice:
En cuanto al punto de vista militar, el ejército de los Austrias es el de losTercios, el terror de Europa... un modelo de organización militar, a pesar de la corrupción y el nepotismo, que finalmente se lo cargaron, claro.
Nada que objetar a la virtud militar de los tercios. Soy un ultrafan de ellos y tengo una compañía de miniaturas de 28mm. Ahora bien, la administración... endeudamiento, desorganización, multitud de consejos y juntas pisándose las competencias, escaso control de los mares, el Camino Español, compra y venta de cargos públicos... los Tercios eran un modelo de disciplina de combate, pero nunca de administración. Hay un libro magnífico de Thompson: Guerra y decadencia: gobierno y administración en la España de los Austrias, que recomiendo a todos. Es durillo y denso -estadísticas, gráficos, salarios, variables económicas...- y tiene 410 páginas, pero vale la pena el esfuerzo. Leedlo y veréis qué caspa de montaje logístico se gastaban los austrias. Los continuos motines son la prueba más fehaciente de ello. De hecho, todo esto le suma mérito a las victorias de los tercios, cuya utilización política por el franquismo -y, dándole la vuelta a la tortilla, por el catalanismo, el chovinismo anglosajón, flamenco y francés y todos los nacionalismos posibles, incluído el español- no les quita nada de interés ni los hace menos fascinantes. Y sí, claro que había técnicas de administración avanzadas en la España de los Austrias, pero no había posibilidad ni medios económicos para aplicarlas, generalizarlas y conseguir que tuviesen efecto real. En Castilla había lana y en Segovia telares, pero quien montó la industria textil fue Inglaterra.
Sunwolf dice:
Sus líderes tampoco parecen tener más especialidad que la de ser caballeros.
Mandar un ejército es mucho más que dar ejemplo de arte de caballería. Hay que ser caballero, pero también diplomático, gestor, político... hay que organizarlo todo, conseguir financiación, asegurar las comunicaciones con la retaguardia, dar de comer a esos enjambres de miles de hombres... y estar año tras año dando caña, saqueando, destruyendo la economía del enemigo antes de ir a saco a por él, para que llegado el momento esté debilitado. Y, llegado el caso, darse de tortas como el primero. Organizar ese berenjenal es complicado, y los registros de cancillería aragoneses son un claro ejemplo de la transmisión de órdenes a los capitanes -a veces a miles de kilómetros-, la organización de efectivos, la búsqueda de dinero... Eso no se aprende en un día; los infantes de Aragón pasaban su juventud como Lugartenientes generales del rey, mandando ejércitos y haciendo de burócratas, como preparación para reinar. Por desdicha, los registros de cancillería no se empezaron a conservar y clasificar hasta los repartos de Mallorca y Valencia, pero sin duda en la época de las Navas ya debía de funcionar algo así, si no no hubiese sido posible montar semejante tinglado. Y no hablemos ya de Castilla, que en esa campaña hubo de sufrir en sus tierras el paso de tantos miles de combatientes que sin duda comerían y beberían.
Y, qué diablos, usar la fuerza bruta para romper una línea es una táctica tan útil como otra cualquiera... siempre que se use en el momento y el lugar adecuados. Un martillo es una herramienta óptima, siempre que se use para clavar clavos. Si hay que ajustar tuercas, pues habrá que buscar una llave inglesa.
Ruego a Vuesas Mercedes que vuelvan a disculparme por este ladrillo -soy incorregible
Hasta pronto