Sé que el tema es ya recurrente y está algo trasnochado, pero es que hay ciertas cosas que uno tiene la imperiosa necesidad de comentar; no hay intención alguna de "hacer sangre", simplemente que cada cual extraiga, o revise, sus conclusiones.
Hace pocos días, dando una vuelta por Toledo, pasé por casualidad por delante de una tienda cuyo dueño ha sido protagonista de varios posts; decidí entrar por simple curiosidad y ver su trabajo de primera mano: cuchillos, navajas industriales y artesanales y, cómo no, espadas, decorativas y de factura artesana. Las espadas tenían pinta de aguantar lo que se les eche
![Broquelero [broquel]](./images/smilies/Broquelero.gif)
El caso es que al entrar, una falcata me llamó inmediatamente la atención (tengo debilidad por estos fierros) así que pedí permiso para cogerla, a lo que no se me puso pega alguna, más bien al contrario: era una arma muy pesada, su kilo 300 no se lo quitaba nadie, cachas de madera en forma de cabeza equina (talladas a mano o eso me pareció) algo gruesas aunque no del todo incómodas y recia,rígida y contundente. Total que la cojo, sopeso, miro y le paso el pulgar para ver si tenía filo, gesto ante el que el buen señor me miró como si fuese un bicho raro. Le dije "simplemente compruebo si está afilada" a lo que me respondió en un tono desabrido próximo a la agresividad verbal "¿Y quién te ha dicho que estaban afiladas?" y sin darme tiempo a responder continuó "no tenían filo ya que no eran para cortar, eran para romper huesos, el filo debilita la hoja y hace que se oxide".
Asimilando a toda leche la reveladora información, tuve una décima de segundo en la que me dije que iba a entrar al trapo y rebatir un argumento tan absurdo como que el sol sale por el oeste, pero desistí ya que no me iba a conducir a ninguna parte salvo a tener una acalorada discusión con un desconocido en lugar de pasear por las calles toledanas en un día espectacular. Simplemente farfullé un escueto "entiendo", le agradecí su atención y salí de la tienda, pero no puedo evitar pensar en cómo este señor, sin la más mínima idea, se cisca así, de un plumazo, en Polibio, Quesada y la historia antigüa en general. No voy a entrar en los porqués de la decadencia de la espadería toledana, dolorosamente evidentes en nuestra práctica, pero sí en la prepotencia con la que hablan bastantes de sus representantes, más de los que nos gustarían; yo personalmente he asistido y participado en varias de estas trifulcas y lo que duele no es que cada cual defienda sus argumento, cosa muy lícita y más cuando, de un modo u otro, van ligados a tu garbanzo diario, sino cómo se catequiza y se sienta cátedra desde la más absoluta de las ignorancias, por no mencionar unas formas a todas luces incompatibles con una actividad de cara al público. Creo que, aparte de marketing, reciclaje y algo de investigación (y dejarse aconsejar por el cliente, claro, creo que estamos todos de acuerdo en que, si hubiese herramientas adecuadas, todos compraríamos en Toledo y en que, por desgracia, los intentos de intentar exponer nuestras necesidades han sido infructuosos a causa del inmobilismo y la cerrazón) hacen falta algunas dosis de don de gentes, ojo, no quiero generalizar y más sobre una ciudad que me encanta y en la que tengo docenas de amigos, pero en 9 de cada 10 veces en las que intentas tener un intercambio de opiniones con un artesao y/o tendero, la conversación acaba en agria discusión a causa de argumentos toscos, falaces y carentes de fundamento.
Gracias si has llegado al final, simplemente tenía ganas de compartir esta "experiencia", saludos.