Memorial del general Targul

Foro dedicado a la Esgrima Antigua, Clásica, Histórica. También se habla de armas y armaduras, asi como de sus técnicas de combate.

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David Nievas
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Memorial del general Targul

Mensaje por David Nievas » Dom May 01, 2005 4:49 pm

A cuentos presentes leyeren:

Andaba yo a vueltas entre pudor y necesidad, optando finalmente por lo segundo, con lo que eché siete candados a mi natural reserva y propúseme en firme escribir este mensaje. Ahí va la cosa:

Desde hace unos dos añitos que ando perfilando un temilla que es como la niña de mis ojos. Una novela histórica que voy a escribiendo y ampliando sin prisa alguna, para la cual me he ido empapando poquito a poco de toda la etapa hispano-imperial, sobretodo en la vertiente militar (demasiados leurillos gastados en libros, vive Dios :? , y los que me gastaré). Dicha novela histórica será, si Dios quiere, publicada en la editorial de un amigo mio de Barcelona que tiene como lema "novela histórica de calidad".

Trama

Voy a contar un poquito más del tema, aunque me de algo de vergüenza: La idea es relatar la vida de un ficticio soldado español que, a fuerza de una larga carrera militar y una vida llena de azares (sobretodo de desventuras), tiene la suerte de tener una audiencia con Carlos V tras el cerco de Túnez (1535), quedando este interesado por su trayectoria vital. El pobre soldado relata en un sucinto memorial sus vivencias, para ver si puede arañarle al césar algún título o merced. Éste, interesado por su agitada vida, le pide que escriba otra versión, más larga "para que nos podamos holgar escuchándola en nuestros ratos libres", que dice Carlitos. Y el pobrete se aplica al canto.

La trayectoria de este sujeto (no os rias por favor), nieto de unos colonos de Valaquia (Rumanía), llamado como mi alias (sobre la etimologia del nombre diré que hay un pueblo en Rumanía del cual tomé nombre y primer apellido, Targul Frumos), causa este durante toda su vida de más de un duelo y quebranto por aquello de no parecer apellido de hidalgo, y mucho menos de cristiano viejo, aseveración esta que siempre pasará por los filos de la toledana (quisquilloso en cuestiones de honra), es considerable.

Nació en el pueblo de mis progenitores, Colomera, provincia de Granaada (pueblo de reciente conquista, creo recordar 1474, razón por la cual se instalaron allí los antes citados colonos, previa demostración de ser cristianos viejos -hubo que templar a más de un escribano con el color de unos reales-), hijo de española e hispano-rumano, labriego puro y duro. Cual Lazarillo, tuvo una corta infancia llena de hambres y padecimientos, ayudando además de al padre al párroco local, hombre dado al zumo de baco que tendrá a bien enseñarle algunas letras, leer y escribir. De ciertas lecturas caballerescas regaladas por el anciano conde (que cascará sin descendencia) al párroco, tomará el mozalbete ganas de meterse en milicia, con vana ilusión de "ser caballero".

A los once añicos, tierna mocedad, pasa por el pueblo un hidalgo segundón fugado de Granada tras una pendencia en la que alivió de su alma al sobrino de un oidor de la capital del reino, para más señas veterano de las guerras de Italia, don Diego de Jódar, hombre áspero y fortachón. Por algo tan trivial como la pose y las plumas de su sombrero (asi como su espada y aspecto soldadesco), los pueblerinos tománlo por hombre de condición. Tópase con la madre de nuestro protagonista, y con el niño, que por la casa andará, haciendo de las suyas con sus hermanas. Dáse la casualidad de que el padre se hallaba fuera de casa, en plena campaña aceitunil, y el hidalgo, siendo hombre que gusta de curvas, tiene sus escarceos con la madre, tras un breve galanteo, siendo visto todo por el zagal, que se chivará al padre.

Este, enfurecido, avisa al alguacil y al viejo conde, que intercede por él, y personanse en casa con el cuerpo del delito más que evidente. El pobre veterano, sacando la herreruza, será reducido y encarcelado. Pero el zagal ya tiene sus planes. Ya habló con él y sabe de sus hazañas militares, asi que propone, para alivio monetario de su padre, entrar a su servicio como paje, cosa que acepta a regañadientes, so pretexto de que se lleve lejos al pendenciero milite. Éste, mortificado por tener que cargar ahora con un mozalbete gracias a los inoportunos accesos de honra de un labriego, iniciará con él un largo viaje que terminará en Sevilla, estocadas de por medio. Allí pasarán a las Indias junto a otros dos veteranos de Italia (1512), donde su relación se tornará algo semejante a la de padre/hijo.

En el lapso entre 1512 y 1518, el zagal se curtirá como mochilero en "guerras de guerrillas" con los indios taínos de Cuba, donde aprenderá todo lo relativo al uso de las armas y militaria. Siendo ya "conquistador" de pleno derecho, participa junto a los otros tres veteranos (que cascaran en el proceso) en la conquista de México (1519-1521), consiguiendo ciertas hazañas y probada destreza con al fierro, asi como algunos dineros, con los cuales pasará de nuevo a España, en trámite de cumplir una promesa hecha a uno de los veteranos, un milanés de nombre Niccolo. Estando en Sevilla, es sujeto de una pendencia en la que le dejan ayuno de dineros, con lo que la única forma que tiene de desplazarse a Milán es buscar una caja de recluta para las guerras de Italia.

Allí combatirá con denuedo contra gabachos, suizos y tudescos, participando en un sinfín de escaramuzas y batallas entre las que se cuentan Pavía y el sacco de Roma. Despues de esto, se licencia y viaja a Milán, donde contacta con los tios y la sobrina de Niccolo. Tras una rocambolesca estancia en el Milán de los sforza (duelos callejeros incluidos), salva la vida a los familiares del veterano, que acceden a darle la mano de la bella Laura, con la que andará casado cosa de un año, muriendo ella en el parto (con el niño), por dificultades en el mismo. Tras esto, reenganchase en milicia, donde participará en otros sucesos de armas destacados tales como la defensa de Viena de 1532 y la expedición a Túnez (donde ya posee rango de capitán).

Escribirá, pues, su memorial para el rey, que lo recompensará holgadamente con el viejo título de conde de Colomera, vacante hasta entonces, asi como hábito de su elección (que será el de Santiago). Pasará un tiempo en la corte y allí casará con una dama francesa exiliada, esta vez con mejor fortuna, iniciándose lo que sería la segunda parte del memorial, si es que la llego a escribir, donde cuéntase como alcanzó la dignidad de maestre de campo (de ahí lo de general) y otros sucesos jugosos que le reafirmaran como leyenda militar viva (a imagen de tantos y tantos capitanes del XVI y XVII).

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Conclusión

Lo que se pretende, o pretendo, es una novela histórica 99% fiel al período, sin disgresiones de ningún tipo, donde se muestren las luces y las sombras de lo que Reverte calificó en un viejo artículo titulado "Los craneos de Zultepec" como "aquellos maravillosos hijos de puta", o "aquellos animales que nacieron en mi pueblo o en el de ustedes, y que dejaron su pueblo y su miseria para dejar de larmerle las botas al noble o al cura de turno, y fueron a buscarse la vida al otro lado del océano, sin máas prendas que una espada, un arcabuz y unas calzas raidas" (o algo así). Esto presupone que el memorial va a contar cosas muy "fuertes" a ojos del lector medio, pero que creo necesario aclarar (tiempos duros, como se escribe "Alatriste") en aras de una buena historia.

Por si alguien la ha leido, quiero conseguir algo semejante a "En busca del unicornio", de Juan Eslava Galán.

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¿Y porque os suelto toda esta parrafada? Buena pregunta :wink: . El caso es que necesito documentarme a fondo acerca de como se tiraba esgrima en aquellos tiempos (1500-1535 y quizá más), no solo destreza común en España, sino algun tratado de montante alemán o espada katzalbaguer (me basta con algunos dibujos y descripción de técnicas), esgrima de ropera o punta y corte italiana y algo de mano y media para el caso de los "gendarmes" gabachos.

Lo que quiero es algo así como "breves nociones sobre", aunque si me indicais tratados de esgrima en PDF (como el Flos, que ya tengo) os estaría eternamente agradecido. La verdad es que os "cargo este muerto" porque os considero mis colegas (perdonad si alguien se ofende por la libertad del trato) y también porque estoy dispuesto a regalar alguna copia del memorial a la AEEA de forma gratuita, asi como mencionaros explicitamente en agradecimientos y (esto ya lo tenía pensado), tomarme ciertas licencias y convertiros en algún personaje de la misma, estilo: capitán hispano-italiano Alberto Bomprezzi, sargento de compañía don Rodrigo Ayala, cabo de escuadra Oscar Carrasco, maestro de destreza vulgar afincado en Cuba Adolfo Bernalte, rodelero Marc Gener o lasnquete "doblesueldo" Midelburgo, todo esto a gusto del retratado, claro está.

Asi pues, acepto cualquier clase de ayudita, o si quereis y no os da palo que os incluya de la forma antes dicha y queréis perfilarme a vuestro gusto vuestro "personaje", yo encantadísimo de la vida. Vayan por delante mis agradecimientos.

Un saludo granadino:

David
Última edición por David Nievas el Dom May 01, 2005 5:34 pm, editado 1 vez en total.

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Oscar Torres
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Cuenta con ello, pardiez.

Mensaje por Oscar Torres » Dom May 01, 2005 5:14 pm

Suena muy interesante, targul, me gustaría poder leer esa novela cuando la termines, un alo de éstos... 8)

Por mi parte, puedes contar conmigo para el asesoramiento esgrimístico de la novela. Mándame por privado o a mi cuenta normal de correo ([email protected]) todo lo que necesites y las dudas que vayas teniendo, y te las resolveré, o al menos trataré de hacerlo lo mejor que sepa. Dispogo de información sobre todo lo que pides, así que algo se podrá hacer... :wink: y por un amigo, lo que sea, que hostias. 8)

Eso sí, por favor que mi paesonaje se llame Oscar De la Torre, que es mi tercer apellido y además coincide con el de cierto maestro de esgrima auténtico de la época... :wink: 8)

Un saludo.

Oscarionte
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David Fernández
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Memorial de Targul, interesante novela nos aguarda!!1

Mensaje por David Fernández » Lun May 02, 2005 1:11 pm

Saludos amigos:

Mi nombre es David Fernández y es la primera vez que participo en este foro. La novela que Targul se trae entre manos me parece de lo más interesante. Tengo por aquí algún libro que trata sobre los remedios que utilizaban los galenos de la época para, por ejemplo, curar una herida de arcabuz. Como veo que este personaje estará constantemente entrando en batalla pienso que te vendría bien este tipo de información. Añadir que la información esta sacada de textos de la época como "El tratado del fuego y de la sal" de Blaise de Vigenere, etc. Si te es necesaria esta información te la puedo enviar en un privado a tu dirección de correo.




Sin más me despido de todos ustedes.
D. Fernández

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David Nievas
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Mensaje por David Nievas » Lun May 02, 2005 1:34 pm

Estaría encantado de disponer de ella David. Si eres tan amable... :wink:

Vaya mi agradecimiento por delante

Jose A. LLani
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Mensaje por Jose A. LLani » Lun May 02, 2005 2:10 pm

Mmm suena bastante emocionante,la verdad creo que hay que hecharle huevos para escribir una novela historica de hace mas de 400 años,bueno pues yo no tengo tratados que pasarte ni cosas asi pero te doy muchos animos desde aqui :wink: y a ver si tiene exito la historia,suerte¡¡.
Asi venga Roma y sus legiones que aqui estamos yo,mi falcata y mis c...

David Fernández
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Mensaje por David Fernández » Lun May 02, 2005 2:23 pm

De acuerdo Targul:

Hago una pequeña recopilación, y algunas consultas, y te lo envió en unos días a tu correo personal.
Un saludo

D. Fernández

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David Nievas
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Mensaje por David Nievas » Lun May 02, 2005 2:25 pm

Muy agradecido.

Mi correo: [email protected]

Un saludo cordial


P.D: Quizá meta de soslayo en la historia a un galeno apellidado Fernández :wink:

David Fernández
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Acero Damasquino

Mensaje por David Fernández » Lun May 02, 2005 5:52 pm

Amigo Targul:

Encontré, de forma aleatoria, unos procedimientos muy curiosos sobre el acero Damasquino.
Se que es interesante y toca el tema en el que está centrado este foro. Puede ser interesante :shock:
Dice así:


El autor esta explicando que el acero Damasquino tiene parte de cobre. Comenta:

“…el acero damasquino está compuesto de hierro y cobre, de modo que el hierro a sido semicubierto por el cobre y reblandecido para hacerlo más fuerte, por medio de plomo; sobre lo que ved lo que dice Abuhalí en el libro de la naturaleza de las cosas:

“Haced una pequeña incisión en una barra de hierro, y echad en ella plomo fundido; después hacedlo evaporar a fuego fuerte, como de copela. Volved a poner plomo por cuatro o cinco veces, y el hierro se reblandecerá, de modo que podéis después volverlo a endurecer extendiéndolo en agua de forja, para hacer lancetas y otros sutiles objetos de hierro incisivos, que cortarán al otro hierro sin romperse ni mellarse”.


Es nada, la ciencia de los antiguos…;-)))
Estoy a la espera de que me confirmen, en detalle, algunos procedimientos quirurgicos, si se les puede llamar así, de la época.
Un saludo.
D. Fernández

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J. M. Roca 'Cockey'
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Mensaje por J. M. Roca 'Cockey' » Lun May 02, 2005 11:18 pm

Acerca de estas citas, me gustaría hacerle una pregunta, David Fernández: ¿sería posible saber si se trata de una cita clásica o de un artículo moderno?.

Da la impresión de que, aunque la segunda parte da un método antiguamente usado para destemplar el acero para hacerlo trabajable (la evaporación del plomo ocurre a 1.740º C, una buena temperatura para destemplar hierro o acero), lo que expone en la primera ya se me antoja (con los pocos conocimientos que tengo sobre el tema) que se trate de una interpretación sin demasiado acierto con la realidad.

Digo esto porque no había oido que se emplearan nunca en la antigüedad aleaciones intencionadas de acero que contuvieran cobre. De hecho incluso hoy en día las aleaciones "útiles" (para fines armamentísticos o de herramientas) de acero con cobre presentan un porcentaje tan bajo de éste (0.2 a 0.5%) que sería imposible que pudieran dar lugar a patrones visibles tipo Damasco.

De todas formas he leido bastantes autores especular con el tema del acero de Damasco antes de que se descubriera el motivo real de su patrón característico; a lo mejor tu cita es de alguno de estos autores o de estas épocas.

Por lo que toca a los textos acerca de cirugía de la época, tengo localizado uno de "neurocirugía" (cuando lo cite comprenderéis el entrecomillado) que es una auténtica joya. Tengo la referencia por algún lado. Mañana si la localizo os la colgaré.

Como ves, Targul, ardemos todos en deseos de colaborar; que no se diga que de un foro como éste no va a salir una obra bien documentada (ya adelanto que como tenga una media de calidad literaria remotamente similar a la del relato corto sobre húsares y emperadores franceses con el que nos deleitaste en aquellos añorados tiempos en que el Algarrobo tenía a bien terminar con las polémicas orientales a base de prueba empírica; como sea así, digo, voy a empezar a buscarle un hueco en mi mesilla de noche al que va a ser mi libro de cabecera por mucho, mucho tiempo). :wink:

Saludos. :D

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David Nievas
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Mensaje por David Nievas » Mar May 03, 2005 5:10 pm

Gracias, Cockey y David Fernández, sois muy amables :D .

Brevemente informo de que he abierto un blog promocional de la cosa (http://blogia.com/targul/), donde iré colgando cosillas. Cockey, puedes darme tu opinión del extracto que he colgado allí, a ver si te recuerda al cuento de los cosacos del Don que envié a un periódico de Torremolinos (lo de Napoleón).

Un saludo afectuoso a todo el mundo

David Fernández
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Saludos

Mensaje por David Fernández » Mar May 03, 2005 7:08 pm

Saludos Cockey y Targul:

Cockey, la cita es de un texto que se edito en 1618 y que trata de diferentes experimentos con metales, sales, etc. Se titula” Tratado del fuego y de la sal “. Autor: Blaise de Vigenere. Y si, tienes razón; normalmente las armas se fraguaban con piritas de hierro que reducían, etc. Pero no siempre estas piritas contenían solo hierro, las más comunes estaban formadas por hierro y cobre. De ahí el famoso vitriolo de Hungría, que estaba formado por un sulfuro doble como el que te he comentado unas líneas más arriba. Y sobre el plomo decirte que es totalmente cierto lo que comentas, se volatiliza a muy altas temperaturas. El problema que yo veo es que tu y yo hablamos del metal químicamente puro….;-))) Tampoco veo que comente el autor si mezclaba el plomo con fundentes, o si directamente utilizaba la galena purgada de su ganga por fusión…….

No me quiero extender más amigos, que me enrollo y no paro…;-))))
Es un tema que me apasiona.
He visto el enlace Targul, pasare por allí de visita.
Un saludo.


D. Fernández

David Galve
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Mensaje por David Galve » Mié May 11, 2005 4:20 pm

Hola a todos y en especial a Targul.

Acabo de leer el promo de la novela y la verdad es que promete.
Buscaré algo sobre artilleria y armas de fuego de la época si te interesa.

Suerte y animo en tu empresa.

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David Nievas
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Mensaje por David Nievas » Mié May 11, 2005 6:44 pm

Gracias por el ofrecimiento husarcico, pero creo tener ya bastante información acerca de artillería de la época.

Me complace que te gustara el pequeño extracto del blog :wink: .

Un saludo cordial

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David Nievas
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Mensaje por David Nievas » Vie May 13, 2005 1:26 pm

Opiniones y/o correcciones de una escena de esgrima:

Lugar: Pavía, 1523.

Código: Seleccionar todo

El lansquenete sopló a los dados, lanzándolos sobre la mesa. Uno, dos, uno. Ganó un tanto.

El mercenario era un hombre de tamaño descomunal, brazos podersos y hombros anchos. Vestía a la tudesca, unas calzas de dos colores, blanco y rojo a rayas y un jubón con más acuchillados que un espadachín manco, con unas mangas anchas marrones y rojas. Tenía una parlota de exagerado penacho azul anudada al cinto, donde cargaba una daga de riñones y una espada destripagatos, corta y ancha, además de una bolsa de cuero de donde había sacado tres carlines de plata para apostar. Se tocaba la barba, rojiza, enorme y abierta, mientras mirábame con sus ojos azules, el pelo desordenado cayéndole sobre la frente. Su camarada, un arcabucero cejijunto y rubio que tenía unos dientes tan negros como su alma se tenía detrás de él, junto al gigantesco montante de hoja flamiguera apoyado en la pared del garito, bajo al acha encendida que daba un poco de luz a aquel ángulo del antro (siquiera nos habían pedido entregar las armas al entrar, asi que puede figurarse Vuestra Majestad la calidad del lugar).

-Euer hochwohlgeboren, zahlen- inquirió

	Puse dos maravedíes sobre la mesa, pagando el tanto. Jordi nos echaba furtivas miradas entre beso y beso. Ya tenía a la daifa con la falda levantada y sentada sobre suya, después de invitarla a una jarra de vino y a lo que ella quisiera. Asintió el tudesco, aprobador. Tomé los dados con cautela, solo me quedaban tres monedas apiladas en la mesa manchada de vino. Besé los dados, moviéndolos dentro de mi mano cerrada. Como perdiera estaba bien jodido. La madera de los cubos restañó brevemente sobre la mesa, mientras rodaban al otro extremo, justo enfrente del doblesueldo. Seis, seis y seis.

-Bumsen- dijo entre dientes, incrédulo. Mirome muy friamente, cual si aquello fuera una chanza, trampa o cartón.
-Pague vuestra merced- dije, muy cuajado de ánimo y apoyando la palma de la mano en el pomo de la espada.

	Lo que vino después fue confuso y rápido. El doblesueldo intercambió una mirada plática con el arcabucero, que echó mano a la espada. Se oyó un grito de mujer, y una blasfemia en italiano dicha por esa misma voz. El tudesco respondió con un breve "nein", girándose hacia el montante. Mientras tanto, el rubio tirome un tajo que me hizo caer de la silla al apartarme. La concurrencia había enmudecido, y todos los ojos ahora estaban fijos en nosotros. Al levantarme vi como se iban a marchar con mucha desvergüenza, cual si estuviera todo acabado. La daifa se levantaba del suelo, dolorida en las posaderas, y mi camarada ya estaba de pie, media bragueta desabrochada pero con la toledana en la mano y su daga de misericordia en la otra.

-Bellacos- dijo en voz alta - Hideputas sin honra.

	Algunos tudescos alli presentes miraron con muy malos modos a sus camaradas. Una cosa era batirse por un mal perder, y otra hacerlo sin modales, como dos asesinos sin pizca de honra. Picados en su orgullo, miráronse un momento, y luego el que había jugado conmigo, que ya tenía el montante en la mano, sacaba pecho y nos miraba, hablando en un italiano lleno de resonancias nórdicas.

-Se, signori, desiderate risolvere questa materia come i cavalieri, migliori vanno alla via.

	Aquello ya estaba mejor. Ayudóme el catalán a levantarme, abrochándose bien la prenda viril. Pronto aparecieron dos camaradas tudescos y dos de nuestra compañía, el sargento Ayala (que en cuestiones de honra y fuera de servicio se batía como el que más) y Pedro de Valdivia. Fuimos fuera, donde la luz menguaba sobre los tejados de Pavía y algunos vecinos decían el agua va, echando las inmundicias por la ventana antes de hora. Un solitario perro calcorreó lejos de allí, respondiendo a la llamada de su amo, un curtidor que cerraba su tienda oliéndose la pendencia. Dispusiéronse los padrinos tapando los accesos a la calle, mientras, unos frente a otros, nos afirmamos para el combate. 
	Tomé la daga de orejas con la siniestra, consciente de que el pesado montante de mi rival no conocía capa lo bastante gruesa como para abroquelarse. Medi bien los pasos, moviéndome hacia trepidante derecho en curvo. Se dio la seña, que fue un apellido militar, y comenzó el duelo. Rapido como un aspid, el tudesco del montante había cogido el recazo con la diestra, lanzándome un tajo de arriba a abajo, rápido y a la cabeza. Me eché para atrás, ofreciéndole el lado izquierdo y esquivando el golpe (que me pasó a tres pulgadas de la nariz). Jordi había recibido un tajo en el antebrazo, después de haber fallado el batimento (no estaba acostumbrado a batirse contra hojas tan cortas), y empujaba con la bota al tudesco, mientras le marcaba la cara con un chirlo sobre la ceja.
	Entró luego el mio de tajo, uñas arriba y de derecha a izquierda, buscándome la mano y la daga. Lo vi claro, cual destello fugaz, y desvié la punta del doblesueldo hacia mi línea interior (a la sazón la izquierda), cambiando de guardia con el pie derecho, girando el cuerpo y adelantándome en un desplazamiento de libro, lineal como un virotazo de ballesta, entretando, con la hoja del tudesco desviada por la daga, lleveme el arriaz a la cadera, uñas arriba, pasándole el vientre de parte a parte. Don Oscar Carrasco de la Torre hubiera estado muy orgulloso de aquella irremediable. Se revolvió el tudesco, escupiendo sangre, apartándome a manotazos mientras sacaba la daga. Perdí pie al pisar una boñiga de caballo, dándole tiempo para hacerlo y perdiendo mi espada en su corpachón.
	Diome un par de cuchilladas, a ciegas, mientras miraba en dirección al alarido de su compañero, que con tres cuchilladas y una estocada la garganta, se iba por la posta entre un mar de sangre roja que le chorreaba por la gola. Parpadeó el lansquenete, cada vez más blanco de tez (a pesar de que ya lo era de natural), y al cabo reparó en el torzal de mi espada, que estaba a pocos palmos de su barriga. Aprovechando el respiro y mi lejanía, fue a sacar su destripagatos con la otra mano, pero una tos gorgoteante y sanguiolenta le hizo desmayarse y caer de culo al embarrado pavimento. Sus ojos vacíos, indiferentes, miraban la empuñadura de la espada, mientras yo la tomaba con suavidad, vigilando la mano de su daga, empujándolo con la bota mientras desclavaba. Ahora si gruñó, el hideputa, cayendo al suelo. La sangre salía por su barriga ahora también. Miraba el cielo del ocaso entre los tejados y la ropa tendida con sus ojos azules y dio su alma a Dios, o al Diablo.

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Mensaje por Oscar Torres » Vie May 13, 2005 2:25 pm

Muy conseguida Targul, enhorabuena. Sólo unos apuntes:
- El desplazamiento trepidante es en línea recta hacia un lado (por la línea infinita). para describir una desplazamiento circular amplio hacia la derecha basta con decir "curvo a la derecha".
- para la estocada que describes el cambio de guardia es con el pié izquierdo, y con la mano uñas adentro.

Por lo demás, me ha gustado mucho. Lo del detalle del Sargento Ayala saliendo a zurrarse al olerse candela ha estado fetén :wink:

Un saludo
Oscarionte
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