Mensaje
por Alberto Bomprezzi » Mié Nov 30, 2011 6:01 pm
Que se mantenga un debate como este y no uno sobre los torneos es un signo de madurez colectiva que es reconfortante.
El punto esencial es el que apunta Edorta, ya apuntado antes: la honestidad. La búsqueda de la objetividad en el tocado es consecuencia de la falta de confianza en la honestidad del contrincante, como consecuencia del ego individual. Esto es lo que a él le ha pasado tirando en encuentros europeos a los que la gente va a ganar aunque no haya torneo, a dar como sea para poder justificar ante si mismo que es bueno, mejor que el otro o incluso como algunos, creerse un gran guerrero. Ese es un mal camino, aunque es fácil caer en él. Ese es el motivo de que una parte haya tirado hacia el deporte puro y duro, por lo que son las propias reglas las que definen y otorgan valor a los tocados de forma objetiva para decidir quién gana y quién no. Pero como es imposible reproducir un combate real, uno acaba compitiendo para ganar, y se cae el mismo planteamiento que llevó a la Esgrima clásica a ser un deporte. Si lo que se quiere es competir y explorar la presión de una competición, no hace falta inventarse nada, te apuntas a hacer esgrima deportiva y tienes competiciones de todos los niveles.
Los que se vuelquen hacia el deporte acabarán adaptando las armas para ganar, desarrollando técnicas específicas para el asalto deportivo con espada de dos manos, y estableciendo reglas que solucionen sus constantes roturas de huesos de la mano, de costillas, o tendones.
Pero yendo a los asaltos sin el post tocado es una buena herramienta, si se es honesto. Su uso es adecuado para aprender a evitar las acciones ejecutadas a la carrera, las enarcadas largas sin control de la línea central, las cuchilladas de causa libre – hablo para todas las armas -que no nacen de la agregación de las armas y sin los medios que le corresponden etc. Pero hay que ser honesto ya que un tirador egocéntrico y buscador del tocado como fin último de la Esgrima – el deporte – que satisfaga su espíritu inseguro, puede usarlo para encadenar acciones de todo tipo de forma desordenada solo para justificarse. De alguna forma esto es normal, somos humanos y falibles y la perfección no nos pertenece, pero hay límites. Es necesario tener un Norte - tocar sin ser tocado - y buscarlo con humildad y tesón. Hay que amar la Esgrima, el Verdadero Conocimiento – la Verdadera Destreza de las Armas – y no buscar la breve satisfacción de tocar de forma tosca a base de velocidad y sin cobertura de la línea – autoengañandonos – para salvar nuestro ego. Esto no significa que haya que esconderse luego y no dar importancia a los tocados que se reciben: la tienen y tenemos que concentrarnos en evitarlos y dar nosotros pero sin autoengañarnos. Hay que buscar soluciones que no se basen en tirar más fuerte o más rápido, aunque sea útil ser fuerte y rápido. Hay un truco sencillo, pero hay que ser humilde: desechar interiormente por sistema todo tocado que demos que aunque no haya sido doble, haya dejado libre la espada del adversario y en potencia de dar herida – lo difícil es ver esto -.
También es necesario desechar como apunta Carlos la idea de que lo que nosotros pensamos es más realista que lo que piensa el otro. La Esgrima por definición no es real, ni puede serlo, solo es una simulación que se produce en un contexto determinado, el nuestro es el de gentes de clase media que practican esgrima con fines lúdicos y educativos a principios del siglo XXI en gimnasios y salas deportivas. Nada de guerras ni peleas callejeras, ni duelos. Al final no queda más remedio que aceptar los límites que la Esgrima tiene y entender que la búsqueda de la perfección en el Arte de la Esgrima, algo por definición inalcanzable, no es tocar más que el otro, , sino no ser tocado nunca. Tener que valorar que si uno ha dado en la pierna y el otro en el pecho pero cerca del hombro y no es un neumotórax no es posible. Demos donde demos, lo primero es no recibir. Por ello el edificio práctico debe construirse no desde el tocado, sino desde la negación del tocado adversario, que en su perfección absoluta es también el que genera la herida.
La solución no puede venir de un planteamiento objetivo – las reglas de un torneo - que directamente destruye la práctica marcial, sino del ejemplo práctico de los que enseñan. Son los profesores los que tienen la responsabilidad de transmitir, con el ejemplo, cuando tiran, cuando enseñan, cuando explican, esa filosofía – que es de lo que hablamos – para crear una forma correcta de entender y practicar la Esgrima. Y esa forma debe ser, indudablemente, efectiva en términos prácticos de la Esgrima, es decir, aquí y ahora en la sala, no en un mundo hipotético en una batalla del siglo XIV o en una reyerta urbana en el XVII.
Los asaltos sin parar, como dices tú Carlos al principio de la tira, se están usando extensivamente en la mano y media y la espada y broquel desde hace tiempo; en la ropera es difícil que se den ya que las estocadas al contrario lo frenan en seco y resulta absurdo continuar doblando la espada hasta partirle la hoja al otro. Hay post – tocados pero no llegas a encadenar secuencias largas, es algo que está superado.
En la mano y media son muy útiles especialmente para el trabajo en medios muy cortos, de cuchillada y de desarme, - en los largos pasa lo mismo que con la ropera aunque menos por la menor longitud de su estocada - y se hacen con intensidades variables, según el nivel del tirador y lo que se quiera entrenar. La enorme ventaja de este tipo de trabajo es que permite entender nuevos medios y abre un enorme espectro de posibilidades técnicas en acciones de desarme y de cuchillada.
En términos prácticos, todos los tipos de asalto no son más que instrumentos que un profesor tiene para obtener ese objetivo. Como en la Práctica de la Esgrima, en la Pedagogía de la Esgrima no hay una Práctica Universal. En mi experiencia muchos tipos de asaltos con diferentes objetivos, son una buena idea, aunque no funcionan siempre igual de bien, sobretodo en clases grandes, ya que los condicionamientos son difíciles con alumnos que pueden tener niveles y experiencias muy distintas. Entonces es mejor acudir a condicionar elementos objetivos – los medios, o la intensidad – sin hacer clasificaciones de asaltos. O fijar medios exactos y condicionar las técnicas para que se mecanicen las respuestas, en secuencias que pueden ir de dos a cinco movimientos – muchos más son demasiados - . Pero como todo también es ponerse, todo es educar a los alumnos para que entiendan bien lo que se busca. Yo he tirado por otra vía porque tenemos clases muy grandes y no funcionaba tan bien como esperaba, pero no descarto hacer cambios, en realidad los hago constantemente.
En cualquier caso, cada profesor tiene su método práctico – el teórico en la AEEA es a nivel general, la Verdadera Destreza - y su Norte pedagógico debe ser los resultados que obtiene con sus alumnos. Si progresan o no, como se mueven, si tienen recursos variados, si dominan los medios, si saben jugar las armas, son más o menos efectivos en el asalto, etc. Y por eso es necesario, ser más humilde que los demás, porque muy a menudo al revisar lo que haces te das cuenta de que lo estás haciendo no está funcionando como esperas.
Y el círculo se cierra porque al final volvemos a la necesidad de ser honesto, de entender que el asalto es un vehículo para aprender, que puede haber muchos distintos, con objetivos distintos, con el propósito de permitir al practicante aprender a hacerlo cada vez mejor. Tirar asaltos sin parar es muy útil pero si uno de los dos no es honesto, a él le servirá para poco y si es con un arma que tiene potencialidad lesiva en el golpe como la mano y media, puede incluso haber lesiones. Como todo en la vida no es solo lo que haces es cómo lo haces.
"La espada es la luz con que sale al mundo el corazón, y aunque tu le des lecciones de amor tiernas y acabadas, no ha de mover corazones hombre que no mueva espadas"