El autor es un buen amigo, Alberto Morán, que estuvo un tiempo en la sala de Rorro.La novela es de fantasía con épica, intrigas y un toque de terror, bastante refrescante y alejada de estereotipos. De todas formas, el tema que nos interesa es que la esgrima antigua tiene un papelito en la historia y Alberto quiere ir divulgando detalles en otras novelas
Os pongo unos cachitos que nos tocan muy adentro

[...El alumno, aún cargado de inseguridad, empuñó el mandoble y lanzó una lenta estocada
que alcanzó de lleno al maestro y dobló su dúctil hoja de entrenamiento
?¿Veis? ?dijo, abriendo de nuevo los ojos ?. ¿No esperabais que fuese a desviar la
hoja y contraatacar, verdad? No, si la espada de vuestro compañero fuese verdadera, en estos
momentos estaría muerto. Ello se debe a un único motivo: no sabía por dónde vendría el
ataque.
?Pero maestro ?interrumpió el alumno que lo había alcanzado ?, ¿cómo iba a
anticiparlo? No podía ver.
?Una molestia menor ?respondió ?. La razón por la que no he podido deducir la
trayectoria o potencia de su ataque es que mi hoja no estaba en contacto con la suya. Y esto sí
es un error grave que dará con vuestros huesos en la tumba aunque tengáis los ojos abiertos. Si
a mi oponente y a mí nos separa una distancia, tengo que basarme en la elucubración para
adivinar cómo será su acometida… puedo mirar sus pies, pero quizá vaya a lanzar una estocada
rápida. Puedo observar sus manos, sus brazos, hasta el filo mismo de su espada, pero nunca
me proporcionarán toda la información que necesito. Si no hay información, hay dudas, y si hay
dudas hay relleno de zanjas. Atended.
Plantó el mandoble ante él y, con un rápido ademán, instó al alumno a atacar. En aquella
ocasión no dudó y lanzó un tajo corto a la altura de la sien. Cuando su hoja hubo entrado en
contacto con la del instructor, éste cerró los ojos.
?Otra vez ?, ordenó.
El joven reubicó la espada a una posición neutra y su filo fue acompañado en todo
momento por el del veterano, que dio un pequeño paso para mantener la distancia correcta. El
siguiente ataque, de nuevo una estocada, fue rápidamente desviado y respondido con un giro
que hubiese cercenado aquel cuello joven de haberse tratado de una espada afilada. Los
asistentes no cabían en su asombro.
?¡Cerrad esas bocas, no tiene tanto mérito! ?bramó Uomas ?. Si mantenemos la hoja
en contacto con la de nuestro enemigo sentimos su intención, su empuje, su dirección…
sentimos el acero. Así, si presiona, noto su fuerza contra mi espada, y desvío. Si siento que
flaquea, que mi mandoble mueve al suyo, entro. Cada intención puede anticiparse, cada
movimiento, predecirse, cada error, aprovecharse y cada acierto, eludirse. Los esidianos no nos
lanzamos al combate con las espadas en alto ni tratamos de adivinar ataques en la lejanía:
nuestro pilar es instigar el terror en nuestros enemigos a través de nuestra habilidad. Que sepa,
desde el momento en el que decida cruzar espadas con nosotros, que podemos predecir cada
uno de sus gestos...]