Agradezco vuestras aportaciones a los tres 8Jaime, Luis Miguel y José-Manuel) que me habéis ampliado y corregido. En efecto creo que habéis entendido perfectamente lo que intentaba transmitir y sobre lo que no pude extenderme por falta de tiempo (mira, justo como ahora, que estoy escribiendo desde el trabajo aprovechando un huequecito).
En efecto como bien habéis apuntado el uso del juego o del deporte como complementos para la esgrima histórica es algo que debe favorecerse y cultivarse, pues en primer lugar nos ayuda a desarrollar habilidades tanto a nivel psicológico como físico (metiendo entre ambos el más estrictamente psicofisiológico) y en segundo lugar tiene una gran función social que ayuda a desarrollarnos tanto emocionalmente a nivel individual como a reforzar nuestros lazos a nivel de grupo, cosas todas ellas muy importantes y que como digo creo que tenemos la necesidad -e incluso la obligación como instructores- de cultivar.
Y por supuesto también coincido con todos vosotros en que en efecto lo que hacemos es esgrima histórica y no SCA o recreación (con todos mis respetos por estas disciplinas, aclaro) y que lo importante para su evolución y justo lo que diferencia esta actividad nuestra de otras similares es precisamente la labor de investigación e interpretación desde un abordaje de arte marcial, en otras palabras, lo que principalmente nos diferencia de cualquier otra disciplina que también emplee espadas es que buscamos aprender las técnicas de nuestros antepasados para desarrollarnos en un arte lo más parecido posible al que ellos practicaban, lo cual a día de hoy y con nuestro bagaje del siglo XXI es a todas luces un trabajo mixto de investigación más o menos académica a través de documentación histórica (tratados y piezas históricas) y de interpretación desde una óptica de eficacia común a la de las artes marciales.
Evidentemente no pasa nada por cultivar las diferentes "artes complementarias" de la esgrima histórica. El error vendría en confundirlas (cosa en la que ya sé perfectamente que todos los que estamos aquí, aunque entusiastas de la diversión por sí misma, no vamos a caer fácilmente) y no saber transmitir a los que empiezan su formación en nuestra disciplina, que son cosas perfectamente compatibles pero muy diferentes a un nivel conceptual. De unas nace la evolución de nuestro arte y de otras puede nacer el desarrollo en todas esas áreas que también necesitamos desarrollar en nuestra vida pero que debemos tener muy claro que, aunque satisfactorias, aprovechables y en cierta manera hasta necesarias, pueden hacernos creer en ciertas ocasiones (y ya digo que esto no es algo que haya visto que ocurre aquí, al menos de forma "próxima" a nosotros) que son cosas más cercanas de lo que realmente son. Por eso digo que es tan tremendamente necesario dejar bien claro para todo el mundo -especialmente, como ya había apuntado antes, a los neófitos- acerca de qué actividades podemos enriquecernos a un determinado nivel y en qué cosas podemos beneficiarnos a otro completamente distinto.
En resumen, que es bueno y necesario diferenciar muy bien entre qué es exactamente investigación en esgrima histórica y qué son las actividades complementarias a ella, pues es a veces muy sencillo que desde fuera se puedan confundir.
En fin, como veis no aporto nada que no hayáis ya explicado muy bien vosotros antes y con lo cual coincido completamente (¿non es fermoso que nos avengamos tanto en nuestras opiniones?

).
Respecto a lo que toca a los simuladores y a su repercusión en la ejecución de las técnicas (y, como resultado de ello, la interpretación de los tratados antiguos) poco más puedo aportar que no hayáis dejado ya muy claro. En todo caso ampliar un poco más lo ya apuntado por Luis Miguel con su ejemplo del
singlestick como simulador de un sable (o de una
backsword, puestos al caso): en mi modesta experiencia en otras artes que, al menos en parte, reproducen el combate con armas de características similares a un machete, he visto como las técnicas se van adaptando progresivamente al simulador y no el simulador a las técnicas.
Yo por mi parte entiendo que la labor de un maestro es, entre otras, cuidar que esto no ocurra precisamente enseñando a realizar las técnicas tal y como deben ser en la realidad (y digo "realidad" al supuesto uso del arma real en un entorno también auténtico, al menos si ése es el objetivo de la enseñanza) gracias a su experiencia en ese campo. Pero eso es posible únicamente cuando se tiene muy claro qué es lo que se está haciendo.
Me explico: si estamos entrenando de una forma más o menos competitivo-deportiva con un simulador debemos tener muy claro de qué es ese simulador. Se ha mencionado aquí el palo de rattan como simulador (en forma de
olisi en la tradición filipina de
bolo o del
singlestick en la tradición británica de
backsword, y ya puestos podríamos añadir la vara de fresno en la tradición española de sable), y es un simulador bastante bueno: relativamente económico y seguro y se puede emplear de una manera relativamente fiel al arma original si alguien te explica cómo.
Imaginémonos que desarrollamos unas reglas competitivas para que la gente aprenda a manejar ese palo como si fuera un arma de filo concreta, con un reparto concreto de masas, una determinada guarda de la mano y una capacidades también muy concretas de corte y de estocada. Para ello instruiremos a los alumnos en qué tipo de técnicas son las correctas (aquellas que reproduzcan el uso real del arma), qué partes hay que cubrir y con qué formas, qué ataques son más fáciles o difíciles de proteger, etc. Y para que nuestros alumnos se beneficien de forma competitiva tendremos que reflejar todo eso en las normas de puntuación de los asaltos que practicarán. Hasta ahí todo lógico.
Y ahora pensemos que con el mismo palo de rattan queremos enseñar a la gente a combatir con un palo. Un palo que no es simulador de nada, sino que solo es eso: un palo. Para eso deberemos enseñarles a manejar el simulador (que en este caso puede darse la circunstancia de que coincida o no exactamente con el arma) de la manera adecuada, es decir, enseñando cómo se debe proteger uno con él, qué tipos de golpes y contra qué zonas tiene más efectos, cómo emplearlo para entrar en "juego corto"... en fin, que debemos enseñar qué es lo que se tiene en la mano y cómo se usaría en un contexto real. Y evidentemente las reglas competitivas también variarán pues ahora determinadas acciones que serían muy efectivas de manejar un arma de filo, ahora simplemente serían una tontería con un arma sin él. Hasta aquí todo muy lógico también.
¿Qué pasaría en el momento en que los practicantes o los instructores no tuvieran muy claro qué efectos tiene el arma real que se simula en cada una de las dos modalidades expuestas?. Pues que emplearían, también con toda lógica, el simulador como arma real y no como simulador, juzgando la efectividad de sus acciones por las reglas y no por la realidad (es decir, que sustituimos el arma simulada por el simulador y la realidad por la normativa competitiva), estamos "optimizando" nuestra técnica para la competición y no para el uso real. Ya no estamos haciendo un arte marcial sino un deporte inspirado, más o menos lejanamente, en una realidad.
¿Qué ha pasado? pues que mutatis mutandis hemos perdido el norte si lo que queríamos hacer era un arte marcial tradicional. ¿Han tenido la culpa los simuladores?. No, lógicamente no la tienen, o al menos no toda, puesto que como he intentado mostrar con este ejemplo un tanto pintoresco, inicialmente eran perfectamente capaces de cumplir con su misión. ¿Han fallado los practicantes? tampoco, pues ellos están cumpliendo su objetivo: adaptar su estilo a las circunstancias, es decir a las armas y a su contexto, cosas que para ellos eran precisamente el simulador y las reglas de la competición, y no las armas reales y una utilización llamémosle "marcial" de éstas. ¿Por dónde ha venido el problema? Pues posiblemente en que nadie se haya dado cuenta de que este proceso ocurría o si lo ha visto ha pensado que, al fin y al cabo esa competición no era lo importante y que podía ser "falseada", cosa que por otra parte también puede ser vista como algo muy correcto, pero que aleja esa utilización de la competición de la faceta directamente extrapolable al arte marcial.
Con la esgrima histórica pasa algo muy parecido: si el simulador no es el adecuado a nivel de reproducción dinámica se corre el riesgo de no interpretar directamente la documentación, cosa tanto más peligrosa en cuanto no contamos con una tradición viva que nos documente y corrija directamente cunado nos alejamos de lo "correcto" (que, en nuestro caso es aquello que los maestros trataban de transmitirnos y que al fin y al cabo es aquello que pone la etiqueta de "histórico", "tradicional" o "antiguo" a nuestro arte.
En fin, lo dejo aquí que ya me he enrollado bastante y tendría que estar ya en casita. Espero que, si bien no he añadido nada nuevo a lo ya dicho por todos vosotros, sí que haya quedado un poquitín más claro lo que intentaba decir en mi pasada intervención.
Saludos.
