Subo el hilo porque he encontrado algunos datos históricos sobre esta prenda que, como han señalado Chelo y Adarve, efectivamente, se llamaba simplemente
BRAGUETA.
En la Edad Media, como sabéis, las calzas eran separadas, una por cada pierna, y, a veces, por ir más cómodo no se llevaban calzones, por lo que iban atacadas (es decir, abrochadas) a los jubones (por debajo), las escarcelas o faldones tapaban el hueco que quedaba en la entrepierna y no debía ser tan raro llevar las cosas al aire, como demuestra este fragmento del libro
Las Muy Ricas Horas del Duque de Berry (siglo XV):
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Pero los más pudorosos añadieron unas piezas triangulares igualmente atacadas o abotonadas que se inspiraban en las coquillas que usaban cuando iban a combatir. Pronto se pusieron tan de moda que Rabelais le dedicó un encendido elogio en su obra
Gargantúa y Pantagruel, que, por cierto, es la primera en la que aparece la palabra «braguette».
En poco tiempo las braguetas se acolcharon y se hicieron prominentes, incluso se les añadieron bolsillos. Eran exclusivamente masculinas y, realzaban la virilidad del individuo. Como veis en la primera entrada, hasta Carlos V se hizo retratar por Tiziano con su destacada bragueta. Pero si queréis ver una elegante, pasaos por el museo Thyssen-Bornemisza de Madrid y buscad el Retrato de un caballero desconocido, obra de Vittore Carpaccio. Por cierto, un cuadro que merece un comentario pormenorizado por la exhibición de la panoplia de joven,
Katzbalger incluida.
Al parecer, la desaparición de este tipo de braguetas vino de Enrique III de Francia, que impuso en el siglo XVII la moda de las braguetas discretas, eso sí, con botones muy aparentes, pero no en vertical, sino en diagonal.
Por cierto, en muchos textos españoles se usa la palabra
pretina de trampa, para este artilugio, así que yo me pregunto y yo me contesto a mí mismo.