Sí, pero...
En todo hay un "pero",
Yeyo, y aunque comparto la totalidad de lo que dices hay que tener en cuenta que, si bien es más que posible un gran daño en órganos internos o tejidos blandos que no dejen ningún tipo de apreciación macroscópica en hallazgos arqueológicos, también es frecuente en el mundo actual el caso contrario: muy poca afectación de tejidos directamente observables con lesiones óseas apreciables.
Sé que no es el caso común de las armas de guerra, donde lo que se busca es transferir toda la energía en la mínima superficie para conseguir atravesar la zona "dura" (normalmente una defensa tipo armadura o escudo), pero en ciertas circunstancias no es difícil encontrarse con fracturas de huesos largos o de cráneo que, de observarse únicamente el tejido externo perilesional (básicamente piel) aparentarían muy poca importancia.
Como bien dices no hay que elevar a categoría de armadura el papel de nuestro esqueleto, pero tampoco hay que subestimarlo: podemos tener lesiones mortales que ni tan siquiera se acerquen a él, pero para atravesarlo con una estocada o cortarlo con un filo hace falta como mínimo mucha más energía que la necesaria para atravesar o cortar una pared muscular o de otro tejido no óseo. En cambio con un objeto de tipo concusivo el fenómeno, en determinadas circunstancias, podría "invertirse" (no es la palabra correcta, pues no se produce el mismo fenómeno en sentido contrario): es decir, que aguantara mejor el tejido blando que el propio hueso (esto tiene truco: realmente sí que habría mucho daño tisular en el tejido blando, pero sería más asumible en una batalla -menos incapacitante a corto plazo, dentro de estas condiciones especiales- que una fractura completa de un hueso largo o de un hundimiento de la bóveda craneana).
Y ojo que ya digo que todo esto de los menores daños superficiales con fuerzas que actúen sobre grandes superficies corporales es "trampa" (es decir que no contradice a lo apuntado por
Yeyo), ya que aquí no estamos hablando de situaciones en las quie se vería involucradas armas de filo o de estocada.
Sí puede que encontráramos estas lesiones que describo de fracturas o daños óseos con poca afectación externa -comunes por ejemplo en los accidentes de tráfico- en situaciones que también podían darse en batallas relativamente masivas, como por ejemplo cargas de caballería, empleo de armaduras rígidas con buen acolchamiento por debajo, cascos relativamente recios bien adaptados al cráneo, etc.
En fin, solo era eso: una pequeña puntualización para que no parezca (ya sé que ése no era tu mensaje,
Yeyo) ni que los huesos no sirven para nada ni que son inmunes a cualquier agresión con arma. Sirven para lo que sirven y protegen de lo que protegen (perogrullo dixit).
De todas formas volviendo al caso problema (sobre la posición horizontal o vertical de los planos de la hoja en una estocada contra el tórax) es posible que tenga mucha más importancia la fuerza con la que podemos dotar a la estocada que la propia posición del filo: si es el golpe es lo suficientemente potente, entrará pese a la oposición de las costillas, de ahí que tal vez fuera más eficiente enseñar una posición técnicamente sencilla y biomecánicamente efectiva para el que realiza la acción que insistirle en una posición concreta de la hoja a riesgo de que esta acción, por simple posición de muñecas o de otras zonas, pudiera resultar en una pérdida de energía transmitida a la punta (otra cosa es que se pudieran hacer coincidir las dos circunstancias, entonces la solución es clara).
Como nota paleontológica (o paleoantropológica, un poco de refilón) diré que en Mallorca tuvimos durante muchos muchos años "evidencias" de la coexistencia del hombre con los Myotragus (una especie de cabra pigmea endémica de las Gymnesias postglaciales) en forma de marcas de dientes, de despedazamiento o despellajado y de utilización de elementos óseos hasta que a alguien no le cuadraron las cuentas y decidió que había que echarle un segundo vistazo a estos hallazgos. Resultado: un bochornoso caso de malinterpretación de señales óseas -hasta cierto punto disculpable- parejo a otro de vergonzosa asunción de manipulación humana de lo que solo eran efectos de la descomposición natural y que cualquier estudiante de veterinaria con tres meses de carrera a cuestas hubiera podido resolver. En otras palabras, que a veces el ansia por encontrar pruebas que ratifiquen nuestras hipótesis es una fuerza más poderosa que las propias evidencias. Los humanos somos así.
En otras palabras, que al 100% de acuerdo contigo
Yeyo, pero que, para evitarnos malinterpretaciones conviene tener en cuenta todas las posibilidades, cosa que siempre nos ayuda a ir con los ojos más abiertos (y aún así nos la damos).
Saludos.
PD: Hombre, LOTR épico sí que es, pero medieval, medieval, lo que se dice medieval... bueno, vale, pero si me aceptas que su próximo estreno es de zoología.
