Juan J. Pérez escribió:Supongo que es la influencia del mercado SCA americano. Si por algo se distinguen los norteamericanos es porque todo lo quieren más grande. Coches, ropa, tallas de sujetad... a ver, me centro. No sé si es algún tipo de complejo, pero es cierto.
La SCA combate con palos de rattan. En realidad, la tendencia en el ámbito de la recreación histórica, al menos en Europa y el período altomedieval (que es en el más popular y en el que más se combate), es precisamente el aligerar las espadas. Esto está sucediendo con todos los proveedores más o menos centrados en esta época, incluido al que nosotros recurrimos, Paul Binns, normalmente mediante una reducción de la anchura de la hoja.
Todo esto se debe a la creciente difusión de los combates competitivos, ya sea el Huscarl (bastante serio, en el que está permitido “marcar” a la cabeza), pero sobre todo otros que en realidad son bastante patéticos y en los que prima “tocar” levemente al contrario. Esto hace que, en general, las espadas tiendan a emplearse como una especie de “varita mágica” y ha creado la inercia a que la gente se quite armadura de encima para poder moverse con mayor rapidez, llegando a resultados casi cómicos, en los que puedes ver a un perroflauta con una espada aligerada y un escudo de mimbre, “matando” a un tipo totalmente acorazado tras acariciarle levemente las costillas.
Por otro lado, en otras épocas donde los combatientes pueden ir más acorazados (armaduras de placas, brigandinas…) la cosa es distinta. Y, evidentemente, esto no ocurre con rusos, polacos y demás tarados del este que se atizan con absoluta despreocupación, abriendo cejas, apuntando falanges, etc, etc.
Pero, en general, en los eventos "abiertos" ésta es la tendencia, y la gente que desea participar en combates más “reales”, tiende a hacerlo con miembros de su propio grupo u otra gente afín, a la que ya conoce.
De todas formas, si es cierto que la Practical del siglo XI pesará 1025 grs, esto se ajusta bastante a las armas de esa época, pues la media andaba por los 1100 gramos. Y, en general, las espadas plenomedievales se encontraban entre esa cifra y los 1300.