Me parece que mis escritos han dado pie a varias digresiones y a una polémica que, sinceramente, no era mi intención generar.
En todo caso, creo que todo ello ha sido una buena demostración de mi reflexión inicial. Es decir, que se debería matizar esa argumentación según la cual la validez de una determinada interpretación de un tratado dependa sólo del “talento” personal del que lo realice. Pues, desgraciadamente, esto es algo bastante subjetivo, especialmente en un ámbito en el que los egos personales están a flor de piel, y pueden abrir las puertas al “aquí vale todo”.
Una demostración sobre la bondad de una interpretación podría ser el mero empirismo, pero desgraciadamente con algunas armas se da la circunstancia de que es imposible reproducir un entorno “real” y, en todo caso, puesto que en el “talento” se encuentran también factores psicológicos, éstos pudieran verse bastante trastocados sin careta y con una blanca de por medio.
Por otro lado, creo que también hay que tener en cuenta es que, si asumimos que un arte marcial se divide en dos ámbitos, teoría y práctica, que una persona destaque en la segunda (en la que entran en juego factores como aptitudes físicas y actitudes personales), no tiene por qué significar que también lo haga en la primera. Es decir, que nadie espera que Fabio Capello o Frank Rijkaard sean capaces de regatear a los defensas de su equipo, o meter más goles que sus delanteros. Y esto mismo puede ser aplicable a cualquier preparador de cualquier disciplina marcial, creo que esto es algo relacionado sobre lo que ha expuesto Alfonso acerca su experiencia docente.
Yo no conozco a nadie que destaque en ninguna disciplina, ya sea artística, profesional o deportiva, sin haber invertido una considerable cantidad de tiempo y esfuerzo. Y, en general, creo que el nivel de trabajo suele ser proporcional al del talento final del aludido. Más adelante, cuando se llegan a ciertos niveles, es cierto que existen determinadas personas que pueden tener un “algo” especial. Algo que, por establecer una nueva analogía con la interpretación musical, en flamenco se suele llamar “duende”. Pero, sinceramente, creo que muy poca gente es capaz, por ejemplo, de distinguir cual de dos pianistas con diez años de conservatorio a sus espaldas interpreta mejor una pieza.
Digo esto porque personalmente creo, y con esto no quiero desmerecer a nadie sino al contrario, que no es necesario recurrir a esta clase de argumentos para explicar las diferencias de nivel que puede tener Alberto Bomprezzi con mucha otra gente. Sólo basta ver su currículum, con su experiencia en esgrima deportiva y los muchos años dedicados al estudio de la histórica (de los cuales he sido espectador parcial) para entenderlo. En todo caso, el talento siempre incluye una capacidad para dar una respuesta lógica y razonada a cualquier idea que se haya desarrollado, por lo que no es necesario recurrir a argumentos “ex catedra” , tal y como Alberto siempre ha demostrado.
Digo todo esto porque, de lo contrario, cualquier debate quedará automáticamente desvirtuado, entrando directamente dentro del campo de lo esotérico. Tras ello, sólo algunas matizaciones:
Luis Miguel Palacio escribió:En el contexto de la esgrima, entiendo que "tradición" se refiere al conocimiento (no costumbres ni ritos ni foclore) transmitido de generación en generación. Las connotaciones etnológicas son, en este caso, mínimas. Si crees que hablar de tradiciones implica siempre un componente étnico, se puede usar el término "corpus de conocimientos".
Evidentemente, la esgrima no es folclore. Ni tampoco interpretación musical. Sólo estaba empleando una analogía en un campo donde el debate sobre lo que es tradicional está muy manido. Y, por muchas vueltas que se le de, atribuir el artículo de “tradicional” a un fenómeno moderno tiene un significado claro, que no se ajusta con el reconstruir un sistema de lucha ya extinto.
Luis Miguel Palacio escribió:Y para rematar: las diferencias entre un tratado del siglo tal, y un DVD de Win Chun son, por un lado, que hace 200 o 300 años era mucho más costoso editar que ahora, que el tema de los maestros estaba mucho más reglado que ahora
Entre otras muchas cosas, pero mis comentarios estaban destinados a incitar una reflexión sobre un tema que ya comenté con anterioridad en la tira sobre las diferencias entre las “escuelas” italiana y alemana:
En definitiva, en todo trabajo de investigación histórica (y tratar de reconstruir un tipo de esgrima a través de tratados de este tipo lo es) siempre se ha de considerar el alcance y fiabilidad de las fuentes de información empleadas. Y creo que esto en muchas ocasiones es, en gran medida, una asignatura pendiente. Lo cual posee unas implicaciones mucho más profundas de lo que pudiera parecer, claro.
Es decir, en una época con unas grandes rivalidades entre las distintas escuelas y maestros de armas, que incluso se acuchillaban por motivos que podrían antojársenos baladíes, considerar las motivaciones que se encuentran tras la redacción de una obra dedicada a la enseñanza de esgrima me parece algo fundamental. Como dices, no sólo un libro era más costoso de editar que hoy en día, sino que los beneficios económicos sin duda eran bastante más reducidos. Y, en definitiva, el maestro se ganaba la vida dando clases. De ahí que expusiera, de forma un tanto brusca, esas dos preguntas a Alfonso (por cierto, gracias por la contestación).
Alberto Bomprezzi escribió:En resumen que al usar la Destreza como ayuda para comprender la Práctica de armas de épocas que no le son propias en ningún caso hay “presentismo”.. La destreza es una herramienta teórica potentísima para entender la compleja realidad del combate con espadas. Su utilidad es fundamental cuando se busca entender armas más antiguas de épocas en las que la Ciencia que nos ha llegado es menos exacta y desarrollada lo que aumenta la dificultad de la interpretación.
Hace tiempo, estuve investigando el sistema de construcción de un onagro, una especie de catapulta romana, y encontré en la red una tesis doctoral de un físico norteamericano, que explicaba el funcionamiento del aparato en base a vectores, integrales y ecuaciones diferenciales. Gracias a este trabajo, se podía optimizar el alcance efectivo del arma, mediante unas tablas que relacionaban las dimensiones de una serie de sus piezas. Evidentemente, se puede emplear la ciencia moderna para explicar algo construido en la Antigüedad, pero hay que tener claro que la gente de la época no tenían esos mismo conocimientos y que todo ello fue desarrollado en base a una lógica distinta, unas matemáticas elementales y al “ensayo y error”. Esto no tiene por qué ser un problema en sí mismo, a no ser que empleemos esta nueva lógica para “mejorar” a ese fenómeno anterior, es decir, construir onagros con un alcance considerablemente superior a los históricos y creer que eran así los de la Antigüedad.
Lo mismo ocurre con el arte. Yo puedo emplear la obra escrita sobre teoría pictórica de Vasily Kandinsky para explicar el arte de Leonardo, pero no puedo emplear el tratado de pintura de éste último para explicar el arte abstracto del primero.
Valga la redundancia, la esgrima histórica tiene dos dimensiones, una histórica y otra puramente esgrimística. Una que nos permite conocer como era un fenómeno del pasado (algo que ya he dicho en varias ocasiones que despierta más mi interés) y la otra permite al practicante de las artes marciales poner en práctica unos determinados fundamentos teóricos desarrollados en el pasado empleando un armamento de una época pasada. Ambas dimensiones me parecen excelentes, pero creo que no han de confundirse. No en la práctica, claro, donde cada cual puede hacer lo que quiera (este es el tema que ha desarrollado Velasco con acierto) sino a la hora de afirmar si algo es “histórico” o no. Es decir, tener claro lo que son hechos demostrados, de las respetables –y necesarias- interpretaciones personales. De ahí que aludiera a la confusión entre fuentes primarias, secundarias y “terciarias”, poniendo como ejemplo una actividad con la que se me relaciona (la recreación histórica) para evitar malentendidos.
Alberto Bomprezzi escribió:Está claro que los términos Antigua, Histórica Tradicional se usan de forma a menudo confusa. Es inevitable ya que son términos cuyo contenido está aún definiéndose. Pero para el caso que nos ocupa, carece de contenido ideológico o político. Carlos ha explicado bien la idea.
Cuando hablé de lo ideológico me refería a un sentido amplio, no al estrictamente político o religioso (que también es ideología). Me refiero a algo que ya traté en la tira sobre si la esgrima era “arte” o no. En un intento por dignificar a una determinada actividad se emplee una determinada terminología porque nos “suena mejor”, es decir, porque ligada tiene una serie de valores connotativos que aparentemente podrían darle un halo de respetabilidad mayor.
Ante esto, personalmente creo que lo que hay que hacer es cuidar los contenidos de lo que se realiza y trabajar para su divulgación, dando una imagen de seriedad. Efectivamente, para mí ésta es una gran preocupación en el ámbito de la recreación histórica: que en definitiva se la considere una actividad cultural y no un desmadre de frikis.
Alberto Bomprezzi escribió:En realidad estamos de acuerdo como he dicho y no nos hemos entendido.
Alberto, en el inicio de este hilo no te he llevado la contraria, ni he cuestionado tu metodología de trabajo. Lo que sí he dicho es que la argumentación que estabas empleando podría ser malinterpretada. Como así ha sido.
Un abrazo,