Rohirrim escribió:No te enfades Yeyo hombre

, pero ¿no creerás que esos nuevos colores estridentes que se han descubierto harán que semejante obra de arte quede ahora reducida a un grafiti en una importante capilla?
No es que me mosquee, es que un debate consiste en una alternancia entre tesis y antitesis, o argumentacion y contrargumentacion, y resulta absurdo poner en la boca de los demas palabras que nunca se han dicho para de esta forma poder "contestar" a cosas que jamás se han manifestado. Esto lo que unico que sirve es para generar dialogos de besugos en plan "tú di lo que quieras que yo te respondere lo que me de la gana" o, mejor dicho, dos monólogos simultaneos.
Targul ha expresado mi opinion perfectamente. Y su ejemplo sobre la moda del siglo XV es igualmente valido. Y tu supuesta contestacion lo unico que hace es corroborar eso que dije de "es digno de estudio la aversion estetica existente hacia todo aquello que se sale de lo que hoy en dia se considera masculino y el ver que como todo esto se evita, se trata de justificar en base a argumentos traidos por los pelos o se buscan desesperadamente soluciones de compromiso."
En el foro de Alcazar, Marianne, una auténtica experta en vestimenta del siglo XV, ha hablado sobradamente sobre este tema. Los escarpines picudos estubieron de moda durante buena parte de esa centuria y, de hecho, las armaduras góticas imitaron ese modelo. Unas buenas calzas eran aquellas que mejor se adaptaban a la forma de la pierna y, puesto que en la época no existían los materiales elásticos, esto sólo se conseguía con un minucioso patronaje a cargo de sastres expertos. Los colores chillones sólo se conseguían mediante tintes caros, por lo que su uso se convirtió en sinónimo de riqueza, en símbolo de una clase social y, al igual que ocurrió con la obesidad femenina, en algo imitado y deseado.
Y si tú consideras a esa imagen la de un "payaso de circo", me estás dando la razón, aunque no seas consciente de ello.
Respecto a la belleza de los objetos del pasado, te aconsejo que visites alguna excavación arqueológica o el almacén de algún museo. Allí te hartarás de ver fíbulas partidas por la mitad con sus dos fragmentos toscamente unidos mediante remaches de hierro, hebillas apañadas de igual forma, material metálico porcedente de las más diversas fuentes "reciclado" para otros fines, piezas rotas y desgastadas, placas que parecen decoradas por un niño de cinco años, prendas de vestir cosidas y recosidas hasta la saciedad, armas minúsculas y apaños de todo tipo. Una auténtica obsesión por emplear materia barata, como clavos de madera, porque el mismo hierro era algo caro. En definitiva, cutrez y miseria por un tubo.
Ahora bien, si sólo se conoce una serie de "piezas estrella" que muestran museos y libros ilustrados, la cosa cambia. Por cierto, no sé en qué librerías habrás podido ver el libro de Oakeshott, porque no hay traducción al castellano y sólo se puede conseguir importándolo. De todas formas, no basta con tener un libro, tanbién hay que leérselo. En definitiva, que a este respecto cabría preguntarse si la espada de Sancho IV o la de Fernando de la Cerda son representativas de la que podía emplear un infanzón de mesnada.
Esto es algo objetivo, y no el montarse una especie de concurso de misses para valorar si una barra de hierro afilada con cruzeta y pomo es bonita o no, cuando el 90 por ciento de estas armas conservadas, o están hechas polvo, o tienen una forma más sencilla que el mecanismo de un sonajero.
Lo dicho, no sé para qué me molesto...