Hoy que he al final he decidido comentar mi experiencia con la hoja de wakizashi que compré a
Adolfo Bernalte, me he dado cuenta de que tampoco dí en su momento las correspondientes y merecidas gracias públicas a
Juan de Boadilla por el sable sobre el que versa esta tira.
Y la verdad es que la pieza realmente merece alabanzas: el estado general es muuuucho mejor del que se puede deducir por las fotos o por los comentarios que tan modestamente emplea para presentarlo. La piel de zapa dudo que estuviera tan bien en el día en que salió de la fábrica como lo está a día de hoy. Lo que en un alarde de honradez anticomercial
Juan de Boadilla describe como "un ligero picado en el tercio débil, algo más intenso justo en la punta" es a duras penas perceptible. De hecho mi primera impresión fue que se había equivocado mandándome un ejemplar en mejor estado del hablado, pero no, es que apenas tiene falla alguna, a lo sumo un levísimo punteado casi sin relieve que atestigua que algún día por el pasó un mínimo rastro de corrosión.
Debo confesar que nunca había tenido entre mis manos un ejemplar de las características de éste: un sable de caballería hecho y derecho y del cual lo primero que sorprende es su equilibrio y distribución de pesos, que pese a estar enfocado a cortes desde caballo debía ser una arma temible para ser empleada a pie, por el alcance y precisión que puede dar al que lo empuñe.
Como anécdota decir que se lo dejé empuñar (enguantado, eso sí) a un amigo que fue hace mucho competidor de esgrima y cuyo padre, antiguo militar, a su vez le había dejado "practicar" de niño con su sable reglamentario (que solo empleó en desfiles y para el cual solo recibió una instrucción básica).
Solo lo empuñó y ya empezó a glosar las magnificencias de la sensación que le producía, ante lo cual nos acercamos a comprobar de cerca las peculiaridades que comentaba sobre la empuñadura y sobre el equilibrio. Pues tengo que decir que esa distancia que acortábamos para verlo mejor, rápidamente se amplió en algo más de dos metros cuando hizo el primer molinete para acompañar sus plabras sobre las bondades de su manejo: ¡es increible el alcance engañoso que tiene un bicho de estos!
Supongo que a vosotros no os hubiera llaamado tanto la atención este detalle, acostumbrados a vuestras mano y media y roperas de tanta longitud, pero a todo un lego como yo os aseguro que le produjo un efecto demoledor; debía ser de aquellas cosas que hacían "pupa", y mucha.
Hala, ya me explayado lo suficiente; espero que los que como yo sois amantes de las armas de época acabéis disfrutando tanto como yo de las sensaciones que una pieza como ésta os puede transmitir.
Saludos y mil gracias,
Juan de Boadilla por el estupendo trato que conmigo tuviste así como todos los consejos que me has ido dando después. Esto sí que es un "servicio post-venta".
PD: debería haberme estado más callado sobre las excelencias como vendedores de
Juan de Boadilla y
Adolfo Bernalte; ahora será más difícil ser yo el primero en hacerme con estas joyas de la historia que van sacando. Si es que me puede la pasión.
