Mensaje
por Luis Miguel Palacio » Mar Abr 13, 2010 2:51 pm
Bueno, pues yo no desisto.
Lo que pretende explicar Alberto es que la esgrima vulgar no tiene método por definición: lo que se conserva de ella, y lo que la componía en su momento, son una serie de acciones, bastante inconexas entre sí, que no constituyen, ni pueden constituir por si solas un sistema de combate(*).
Luego si un sistema de esgrima tiene método, no es esgrima vulgar; desconozco el tratado de Godinho, pero tengo por bastante seguro que si alguien se le hubiera acercado en el año del señor de 1599 a decirle que su tratado es de destreza vulgar, no se hubiera marchado a casa con unas palmaditas en el hombro, precisamente.
Carranza define, como bien ha indicado Midelburgo, destreza vulgar y destreza verdadera, y define la destreza vulgar como:
-Aquella que usa el vulgo
-Aquella que se aplica sin concocimiento de causas y consecuencias, "sin entender la theórica de aquella práctica"
Por tanto, tenemos, por un lado, la destreza verdadera, y por otro, la destreza vulgar...y entre medias, todos aquellos tratados en los que se plantea un sistema razonablemente completo y coherente sin que se emplee para ello una teoría esgrimística plenamente desarrollada. Estos tratados, entre los que se incluirían, quizás, los de Román, Pons y Godinho, representan un paso hacia la teoría científica de la esgrima en la medida en la que sistematizan, o pretenden sistematizar, un conocimiento práctico y empírico, pero no llevan dicho proceso hasta sus últimas consecuencias (como sí lo hace la verdadera destreza). El grado en el que cada tratado ahonda en los planteamientos teóricos es, evidentemente, distinto, y a veces la herramienta seleccionada para articular la teoría les lleva a un punto muerto: es el caso, por ejemplo, de aquellos sistemas que se articulan en torno al concepto del tiempo.
Luego los tratados que no son de destreza verdadera no son, por definición, destreza vulgar: si hay un tratado, hay un mínimo de teoría, y luego, en tanto en cuanto los planteamientos y acciones descritos en dichos tratados sean conformes a los principios de la teoría general de la esgrima, seran dichas tretas o planteamientos correctos o falsos.
"Falso" no significa, aunque a estas alturas no se si ya sobra el aclararlo, ineficiente o inefectivo: según la verdadera destreza, una treta falsa es aquella que viola alguno o varios de los preceptos de la teoría y que, como consecuencia de ello, su correcta y segura (para el agente, claro) ejecución no son intrínsecos a la forma de la ejecución de la misma, sino que depende de la voluntad del paciente, en el sentido de que cometa o haya cometido previamente alguna violación de los preceptos antedichos.
Es por ello que en la práctica, una treta falsa puede llegar a ser efectiva, incluso con cierta consistencia, si el contrario aplica o ejecuta acciones que violan preceptos de la teoría, y dicha efectividad será tanto más consistente como consistente sea la violación. Y dado que nuestra naturaleza humana nos hace estar sujetos al error, y que por tanto no existe perfección fuera de la teoría, la efectividad de la treta falsa es, si no la norma en lugar de la excepción, sí un acontecimiento relativamente frecuente, sobre todo si se tiene en cuenta el grado general de nuestra competencia práctica actual.
La comprensión, por tanto, de la teoría general de la esgrima (que es lo mismo que decir el aspecto teórico de la verdadera destreza) no solo habilita para aplicar dicha teoría a la práctica (que es lo mismo que decir el aspecto práctico de la verdadera destreza), sino también para entender las acciones que no se ajustan a dicha teoría y, comprendiendo las consecuencias de tal desajuste y sabiendo, si es posible, las circunstacias en las que se minimizan las consecuencias antedichas, ser capaz de aplicarlas con efectividad en la práctica.
En resumen, que la definición de destreza vulgar sería: práctica esgrimística ausente de planteamientos teóricos.
(*)Cuando hace unos años Alberto y el resto de miembros de la AEEA de aquellos tiempos se embarcaron en la tarea de reconstruir, en la medida de lo posible, la esgrima vulgar a partir de las tretas descritas por Cruzado y Peralta, Pacheco, etc., tubieron que tirar de la doctrina de las plantas y desplazamientos de las escuelas italianas coetaneas, porque ese aspecto no estaba cubierto en la información disponible sobre las tretas vulgares. Y por tanto, irónicamente y por todo lo antedicho, al producto de dicha reconstrucción no se le puede llamar "destreza vulgar".
"Mohamed, yo te aseguro
que en medio de estas querellas
si nos piden cien doncellas
nos ponen en un apuro"