Amoavé, a ver si es que yo me he perdido, que pue sé.
Entender los contagios se puede hacer por dos vías. Una, por puro empirismo, es decir, si meto un bicho muerto en un pozo, el agua está mala y me cago vivo, si no estiro la pata.
La segunda, es entendiendo la forma en que se produce el contagio, es decir, por la comprensión de los gérmenes como productores de la enfermedad, además de los que se llaman "vectores", los transmisores de las mismas. En el caso de la peste "bufónica" (lo siento no he podido evitarlo

), el virus de la peste es el germen, y la rata que lo porta el vector. Los antiguos no tenían forma de atribuir a la rata el motivo del contagio, teniendo en cuenta que no sabían nada de gérmenes.
Luego la medicina de la época, pese a sus evidentes aciertos en determinadas cosas (como le pasa a la medicina china), no es una medicina CIENTIFICA como es el caso de la medicina occidental, donde se identifican con claridad los germenes y sus vectores.
Así que, atribuir conocimientos a los hombres medievales sobre lo que produce las enfermedades o como se transmiten, me parece una vía magnifíca para producir magníficos anacronismos.
¿Por qué la novela histórica produce anacronismos evidentes?. Porque si tú le presentas una mujer medieval a una del siglo XX, que vamos medio en pelota por la calle, decimos tacos, nos sentamos con las piernas abiertas y decimos "uy que horror" cuando se habla de partos o de niños en general, la medieval nos pone de putas para arriba y nosotras a ella de machista y vendida, además de bruta e ignorante.
Luego las mujeres medievales que reflejan las novelas históricas, son algo anacrónico que las mujeres del siglo XX podemos tolerar sin que nos salga sarpullido. Igual pasa con lo militar y lo político. Resulta mucho más interesante desde el punto de vista narrativo una batalla campal, personajes cargados de principios y sentido del "honor" (que cada época lo define como le parece mejor, entre otras cosas), que lo que fue la realidad según uno de los expertos en guerra medieval que tenemos en España, Manuel Rojas: la política medieval está presidida por la negociación (e incluso el chamarileo) continuos. Las espadas y los muertos sólo se sacan cuando falla todo lo demás y la necesidad es acuciante. Pero, claro, me contais como se "arma" una novela con un montón de tíos venga a charlar y a beber vino. Malamente.