Saludos
No he leído la novela de Héroes.
Sí leí el magnífico trabajo de García Fitz, tan riguroso y competente en este libro como en tantos otros trabajos, en las conferencias y, quisiera destacar esto, en persona. Es un tipo la mar de accesible, majo y del que, incluso hablando, se aprende mucho.
También leí el libro de José Ignacio Lago. Que no tiene, en mi opinión, nada de magnífico, ni de recomendable -salvo que sea uno de su misma cuerda, y más militante que riguroso-. Los motivos de que diga yo esto responden, ante todo, al sensacionalismo y a la falta absoluta de rigor (en este trabajo como en tantos otros que escribe, gracias a la desvergüenza de sus afirmaciones y a lo fácil que es inventarse las cosas, como churros). Se deben igualmente al hecho de que fusile trabajos ajenos sin molestarse en cambiar nada, y actuando como si todo fuera suyo.
También hay otros asuntos, relacionados con algunas afirmaciones y consignas políticas que se leen en el libro, extremas y gratuítas (o no tan gratuítas, pues alguien hay que pone el dinero para editar panfletos radicales como este libro). Éstos asuntos, afirmaciones, arengas, farsas e incluso acusaciones son de claro signo político, por lo que no voy a comentarlas aquí. Sin embargo, aunque estas cosas fuesen de mi color y no del suyo, me parecerían inapropiadas en un libro de historia, ante todo de divulgación, y peligrosas para la credibilidad de los historiadores y para el conocimiento que se transmite a los lectores.
Valga un ejemplo de seriedad, rigor y oficio de historiador...

Y no he tenido que rebuscar para encontrar esto, pues es moneda común entre sus escritos:
"La línea impuesta por el loco Catón y sus secuaces gangsteriles en el Senado de Roma, la "línea depredadora" que se basa en saquear, robar y expoliar, provoca que los propretores que se suceden al mando de los territorios españoles, divididos en la Hispania Ulterior y la Hispania Citerior Ulterior (Andalucía y el Levante), se dediquen a imponer la ley de los gángsters a sangre y fuego en la zona controlada por Roma. El cambio del dominio púnico al romano lo perciben de repente los españoles como salir de Guatemala para caer en Guatepeor. Roma no tiene miramientos. Pero los indomables españoles venden cara su Libertad.
[...]
La gigantesca maquinaria militar romana sofocará la revuelta en el noreste, aunque no podrá con la resistencia de Numancia, la ciudad que por primera vez se abre a la Historia y de la que volveremos a hablar largo y tendido, pero a Catón no le importa, ya tiene oro y plata de sobra de sus saqueos y se vuelve a Roma a celebrar su triunfo y a disfrutar del botín (y menos mal que este tipejo se consideraba un "estoico"...). ¡Esto es Jauja! debió exclamar este tarado que se paseaba por Roma cubierto sólo con la toga porque decía que llevar túnica debajo era un signo intolerable de "modernidad". Este repelente descendiente de esclavos, que necesita demostrar a cada minuto que es más romano que nadie y que será la causa de la destrucción de Cartago, dejará su infame semilla en su descendencia hasta su bisnieto Catón "el joven", otro loco desquiciado que, como su bisabuelo, traerá la ruina, pero no sobre Cartago, sino sobre la propia Roma encendiendo la pira de la guerra civil entre César y Pompeyo. Y mientras tanto continuarán las depredaciones y los saqueos en la España libre del dominio romano. Auténticas razzias montadas por los gobernadores de turno para conseguir esclavos y riquezas. Tito Livio da las cifras del expolio al que el tarado Catón sometió a España: unas 26.000 libras de plata y 1.400 de oro. El año anterior a la sublevación, en 198 aC, la cantidad que Roma sacó de España fue de ¡50.000 libras! Sobran los comentarios."
Podéis hallar más cosas semejantes (acaso hasta más excesivas) en
http://www.historialago.com
En efecto, ese libro de las Navas tiene la marca Lago. Leed la introducción y la conclusión (por ejemplo, aunque el texto está trufado de perlas) y veréis de qué marca estoy hablando. Revisionismo ultra al servicio de una causa (y lo de menos aquí es cuál sea la causa) y propaganda encubierta, camuflada de pretendida divulgación histórica. A mi juicio, una vergüenza. Y un peligro.