Lo cierto es que éste iba a ser uno de esos macro-posts en los que últimamente estoy empezando a dejar de prodigarme (sé que puedo dejar ese vicio, lo sé

), pero el tiempo juega en mi contra y me temo que lo estoy dejando y dejando y al final va a acabar por ser un proyecto olvidado de tantos, así que me voy a aguantar las ganas de enrollarme y a escribir un mini-post como está mandado.
Por dónde empiezo, por dónde... ah. sí por la...
Parte histórica.
Bueno, posiblemente no sea el primero que hable del tema, pero de los tratados que yo malamente manejo, el primero en el que hay una alusión directa a un método de entreno físico que podríamos llamar de abordaje "moderno" es el "Ragione di adropar securamente l'arme" de Giacomo Di Grassi, que lo publicó en 1570 si la memoria no me falla. En su último capítulo nos habla de cómo robustecer piernas y brazos específicamente para la esgrima (recuerdo que tenéis la edición original y la posterior traducción inglesa -creo que de 1590 y tantos- disponibles en el listado de la tira "algunos libros on-line" para consultar ese útlimo capítulo).
Lógicamente esto no representa por sí solo ningun concepto innovador, puesto que incluso en épocas tan antiguas como la imperial romana ya hay autores que nos comentan entrenamientos de los legionarios destinados al desarrollo de mejores capacidades físicas de cara a su preparación bélica, entre las cuales figuran entrenos con armas o con simuladores que reproducen el manejo de éstas.
La innovación que presenta Di Grassi en su obra va en otro sentido: no nos presenta una variación al método que ya sabíamos en uso por las legiones romanas, sino que aboga justo por lo que parece el desarrollo inverso del concepto.
Me explico: si seguimos al cronista clásico que nos describe esos entrenos (ahora se me ha olvidado su nombre, a ver si alguien más versado que yo me echa un cable), vemos que se echaba mano de un simulador de madera (no sé si aquí la palabra "rudis" es aplicable)
de mayor peso que el arma original para fortalecer los músculos y para que después el arma real pareciera más ligera, justo el mismo razonamiento que encontramos mucho después en una obra como el "Perceval o el Cuento del Grial" de Chrétien de Troyes, ya en el siglo XII.
En cambio, Giacomo Di Grassi nos ofrece ese abordaje inverso que os comentaba: el concepto de
carga progresiva tan manejado actualmente. Di Grassi nos dice que la espada para entrenar un brazo débil (o de un primerizo en el arte de la espada) no debe ser más pesada que la real, en contra de una costumbre que él mismo describe como todavía en boga en su tiempo, sino que debe ser más ligera para aprender el manejo suelto, preciso y veloz que es lo que él considera como el valor principal de un entrenamiento. Después puede ir aproximándose al peso de un arma real a medida que el brazo se fortalece, más o menos el mismo concepto que propone para el ejercico de las piernas, que serían unos fondos (en su acepción esgrimística) que se pueden ir aumentando en su profundidad, velocidad y número de repeticiones por entreno a medida que se consigue un progreso en las cualidades físicas del entrenado.
Evidentemente esta filosofía de entreno no es de nuevo cuño; incluso antes del ejemplo clásico romano que citábamos, otros autores helenísticos nos han hecho llegar entrenos de cargas progresivas para atletas olímpicos. En concreto me viene a la mente el ejemplo de un atleta no recuerdo si de lucha o participante en carreras pedestres que cubría a diario una cierta distancia con un cordero lechal a cuestas. A medida que progresaba su entreno con el tiempo, también iba desarrollándose el cordero y con ello sometiendo a su musculatura a un aumento progresivo de carga.
De todos modos ya digo que en el tratado de Giacomo Di Grassi es la primera vez que yo he visto la aplicación de este principio aplicado a la esgrima, lo cual no significa que este concepto no fuera empleado anteriormente al entreno de este arte.
También he visto en tratados mucho más modernos, numerosos ejemplos de esta búsqueda de cualidades atléticas que nos describe
Diego de Guadalajara en los textos de Athos de San Malato. Recuerdo por ejemplo varias citas en los de Liborio Vendrell y Eduart, autor el cual si no recuerdo mal escribió también un texto titulado "Teoría de los Saltos" o algo similar, saltos que menciona en sus dos tratados sobre el sable y sobre el palo, aún advertiendo que se trata de recursos de última instancia en un combate real.
También hay que considerar un concepto que creo que se puede entrever fácilmente al leer tratados de épocas más recientes, de cuando la esgrima ya es vista sobre todo como una actividad recreacional o al menos limitada a la sala, y es que en esa época se considera ya a la esgrima por sí sola como un gran ejercicio con una serie de ventajas tanto físicas como psíquicas sobre otros ejercicios al uso en su tiempo. Me viene ahora a la mente un artículo -si no recuerdo mal de finales del XIX o principios del XX- que creo que colgué en el foro de The Time Seller y que ensalzaba hasta puntos que hoy en día nos pueden parecer casi cómicos o como mínimo algo exagerados, las virtudes de la esgrima del momento (si tenéis interés en él puedo buscarlo y reproducirlo en esta tira; no es excesivamente largo).
Y volviendo un poco más atrás, a una época más cercana al texto al que primero me he referido, es decir volviendo a los siglos XVI-XVII que tanto nos atraen a muchos de los tiradores de ropera, aunque no siempre encontremos referencias al entreno físico en los tratados de esgrima españoles, sí quiero mencionar el ya clásico "Discurso sobre el Arte del Dançado" de Juan de Esquivel y Navarro donde se mencionan (y alaban) las cualidades físicas de los esgrimidores de la época a la hora de aplicarlas a la danza.
Resumiendo: sí que podemos ver una cierta coincidencia entre los autores en la importancia del entreno físico, bien por la parte de fuerza (numerosísimas alusiones a este tema a la hora de los atajos o las oposiciones de espada contra espada), bien por la de la velocidad (éste es un tema recurrente, basta con pensar en los ataques de segunda intención o dentro del tiempo del ataque contrario) o por la de la agilidad (aquí ya no es necesario ni leer; basta con echarle un vistazo a algunos grabados sobre todo de la escuela italiana para entender la importancia de esta cualidad).
La forma de alcanzar esas metas ya digo que no siempre se explica claramente (de hecho es posible que el caso de Di Grassi sea más la excepción que la regla al menos dentro de su época), aunque con lo que hemos comentado hasta ahora de lo que se puede extraer de los tratados antiguos, creo que ya tenemos un buen campo por dónde empezar a aplicar lo que hoy en día sabemos de entreno para alcanzar esas mismas metas.
¿Cómo pienso yo que habría que hacer eso o cómo lo hago (o intento hacer) yo? pues amigos míos, eso sí que da para hablar largo y tendido y me recuerdo a mí mismo que os he prometido que éste
no iba a ser uno de esos posts interminables que solo resisten los más pintados, así que tendré que emplazaros para otro día para brasearos un poquito más.
Saludos y ¡feliz entreno!.
