Un par de detalles...
Las armaduras que se venden actualmente, salvo las piezas de un par (y no muchos más...) de casos puntuales de artesanos de
mucho nivel, no están templadas. Ni de coña, vamos. De hecho, por lo general, no están ni trabajadas en caliente, pero eso es otro tema. En cualquier caso, su resistencia vienen dada por el grosor de la chapa y por la forma que se le haya dado. Es decir, más gruesa = más resistente, y luego factores como el tamaño de las planchas, su curvatura, la existencia de bordes enrollados o "nervios" hacen variar este factor. Sin embargo, con los precios que se están barajando en esta tira, no esperéis maravillas.
Cockey, si en algún momento alguien te llega a dar tal tortazo que te deforma un guantelete o gorguera contigo dentro de manera que cambias de color, una de dos, o estás llevando una armadura de papel Albal (o equivalente) y creyendo que estás protegido, que, francamente, no te veo yo cometiendo semejante inconsciencia; o tu adversario te ha metido un viaje totalmente descontrolado y con intención de hacerte daño, con lo cual el hematoma será la menor de tus preocupaciones y probablemente la armadura te habrá salvado la vida o al menos la parte del cuerpo que estuviera cubriendo. También decir que si es este segundo caso, el adversario en cuestión ya puede ir teniendo preparada una buena explicación, porque si no me encargaría personalmente de que no volviera a estar en condiciones de lesionar a nadie más...
Las armaduras que circulan actualmente por lo general están hechas de chapa y, en términos funcionales (ya no entramos en el tema "histórico") suelen clasificarse entre "pesadas" y "muy pesadas", o entre "incómodas", "inllevables" y "para que quiero un adversario si yo solito me espabilo para mutilarme". Pero es lo que hay. Normalmente, un cierto grado de ajuste por parte del usuario final es necesario para que las armaduras resulten mínimamente confortables, a veces para que sean simplemente llevables. Como siempre, cada caso es único...
Sin embargo, mencionar que en general ese aspecto "blanco" que tienen muchas es porque están bruñidas, con una pulidora a motor. Para quitarles el brillo, un ataque químico es, en efecto, una solución. Sin embargo, recomiendo usar cosas potencialmente menos tóxicas (el aviso de Cockey al respecto de mezclar lejía y salfumán es
MUY pertinente), como ácido acético o ácido cítrico. O sea, vinagre o zumo de limón. En ambos casos, si lo calentáis un poco con el microondas actúa mejor. Eso sí, el vinagre huele a rayos, y caliente, más. El limón, en este caso, es menos ofensivo... eso sin tener en cuenta de que, una vez terminado el proceso, es mejor andar por ahí oliendo a huerta Valenciana que a ensalada mediterránea... Por cierto, cuando acabéis de aplicar el producto que sea al metal, aseguraos de tener preparada una pasta de bicarbonato (del de cocina, toda la vida) con agua y, tras aclarar la pieza con abundante agua, frotarla generosamente por toda la superficie con la ayuda de un paño húmedo. De lo contrario, el ácido seguirá actuando y vais a tener un problema permanente de oxidación insidiosa.
De todas maneras, en piezas tan extensas el ataque químico es, en mi opinión, poco recomendable. Sinceramente, para "matar" el brillo del bruñido, nada mejor que un "scotch brite" (de los verdes), aceite mineral y un poco de paciencia. Es cuestión de irle dando con suavidad y , al acabar, retirar la roña sobrante con un trapo, darle un fino aceitado final, y listo. Y os ahorráis un montón de problemas. Y de paso os identificáis con los escuderos medievales. ¿No queríais recreación?
