Hola a todos,
Maese Meleagant, gracias por las fotos y por el esfuerzo de colgarlas.
Excelentes recuerdos de mi breve estancia en Maderuelo; espero el año próximo disfrutar de un tiempo más largo y de la agradable compañía de la tropa, amén de poder echar una mano o las dos a la esforzada organización.
Desgraciadamente, de las fotos que hicieron mis escuderos, apenas hay un par salvables, debido a la calidad de la cámara y a la distancia de la acción. Del par sólo merece mostrar la que adjunto por la gallarda compaña.
Es bastante desafortunado lo que comentas de tu escudo, ya que como sabes el mío lo fabriqué con tus instrucciones y recibió un impresionante castigo, especialmente en el puente, y aparte de algun que otro arañazo y una pequeña "picadura", está en condiciones de volver a empujar a la villanía y freires adjuntos de vuelta hacia el pueblo. Eso si, el año que viene habrá yelmo, ya que lo unico que asomaba por encima del escudo, mi testa, se llevó algún que otro coscorrón en la avalancha del puente (bendito almófar).
Curioso el hecho de que me pareció ver una tizona entre la lluvia de aceros, y estuve sin perderle el ojo cuanto pude ya que temía verla volar sin espiga en cualquier momento.
Al respecto de esa falta de realismo que el anónimo invitado no hace más que recalcar, sospecho que no son sino ganas de incordiar. Es evidente que la seguridad ha de primar ante todo lo demás, y por ello el realismo debe sufrir. Quizás este anónimo caballero gustaría de ver sangre, brazos y cabezas rotas, pero para eso está el cine.
También me gustaría conocer de qué fuentes ésta persona conoce la realidad de las batallas de la época, ya que si se trata de alguna película, ehem, pues eso, ya sabemos....
Existen estudios sobre los porcentajes de mortandad en las batallas, algaradas y escaramuzas de la época, y ésta era bastante más baja de lo que la gente piensa. Creo recordar que en torno al 15% de los participantes, como media estadística (valor que hay que coger con pinzas, como a casi todos los estudios estadísticos).
Pues ya sólo me queda agradecer a la organización y don Alberto Carnicero por su tiempo, su trabajo y su esfuerzo, cedido para que podamos disfrutar de otra realidad, que a muchos nos apasiona. Espero poder contribuir con algo más que palabras en las próximas ediciones.
Juan Carlos