Efectivamente, como dice Axil ese yelmo con forma “de cebolla” es propio de una clase de combate con mazas típicamente alemán, llamado Kolbenturnier. En el libro de torneos del rey René de Anjou también se muestran competiciones con mazas –llamadas bastons de mesure- empleando yelmos vagamente similares junto con armaduras de cuero hervido.
De todas formas, es preciso tener en cuenta que el fenómeno de los torneos evolucionó considerablemente desde sus orígenes en el siglo XII hasta el XVI y que existieron muchas variantes del mismo. Las armaduras “mecánicas” son un fenómeno tardío, del XVI, cuando el asunto ya se había convertido en un mero espectáculo, aunque eso no evitó que hubiera muertes accidentales, como la de Enrique II de Francia en 1559.
He escrito un artículo sobre los torneos para el número de septiembre de la revista MEMORIA. Creo que ya estará en los quioscos. En todo caso, adjunto un extracto:
“Originalmente los torneos eran combates -a caballo- a campo abierto entre dos equipos, pero parece que esta modalidad no sobrevivió al siglo XII, siendo trasladados a recintos cerrados, ocasionalmente llamados tablas, con el objeto de permitir la asistencia de espectadores. Más tarde, comienzan a construirse complejas escenografías en las que se desarrolla una especie de argumento dramático, normalmente extraído de los romances caballerescos, tradición que aparentemente surgió en Chipre en 1223. A finales del siglo XIV, pese a tener un origen bastante anterior, comienzan a popularizarse las justas, luchas a caballo por parejas. Ya en el siglo XV, los torneos evolucionan considerablemente, debido a que los combates colectivos eran cada vez más caros, por lo que las melés se van haciendo raras, siendo sustituidas por los pas d’armes, en los cuales uno o varios caballeros realizan un desafío formal, anunciando su intención de defender un puente o plaza fuerte. Paralelamente, se incrementan los desafíos con combates à outrance, es decir, con armamento real, teniendo como finalidad el hacerse con un objeto portado por el desafiante, a lo largo de diversas modalidades de lucha, generalmente justa, combates a pie con espada, hacha o daga. De forma complementaria, también aumentan las competiciones basadas en meros ejercicios marciales, consistentes en introducir la punta de la lanza en un anillo o en golpear a la quintana, un artilugio dotado de un escudo giratorio situado en lo alto de un poste. En España fueron además muy populares los juegos de cañas, competiciones a caballo entre dos equipos que arrojan sus jabalinas sobre los escudos del contrario, junto con otros juegos similares, como los bohordos o el jogo de tavolada. Seguramente, al igual que las justas, son la transformación en espectáculo deportivo de una serie de entrenamientos militares más propios de la guerra librada en nuestra península, tal vez de origen morisco”.
También existían los béhourds, combates con armas negras o de madera y protecciones acolchadas o de cuero hervido, que al parecer se difundieron por las presiones de la iglesia, muy contraria a este tipo de actividades. Y cabe matizar que los pas d’armes en Castilla eran conocidos como Passo Honroso. De todas formas, es importante diferenciar entre los torneos, los duelos "privados" y los duelos judiciales, de tipo ordálico, pues los primeros tenían un marcado carácter deportivo. Es decir, que era parte de un espectáculo en el que el armamento no era letal (puntas de lanza con forma de corona, etc) y/o existían unas normas para garantizar la seguridad de los participantes. E insisto una vez más en que no sólo no hay que mezclar datos de estos tres tipos de enfrentamientos, sino tampoco los extraídos de distintas épocas, porque de lo contrario veremos un fenómeno nebuloso muy distorsionado.
Además del libro “Tournaments” de Barber y Barker, recomiendo la lectura de la crónica del Passo Honroso de Suero de Quiñones, a cargo de Pero Rodríguez de Luna. En esta “crónica deportiva” no sólo se citan textualmente las normas de un passo, sino que además se puede ver cómo era el desarrollo y sistema de puntuación. Y no faltan las anécdotas divertidas…