Juan J. Pérez escribió:Parece que las espadas andalusíes de su época (pues el Cid se la tomó a un rey moro) no eran muy diferentes de las cristianas. Parece que lo más habitual en ellas eran las cruces rectas y más bien cortas, junto a pomos esféricos
Bueno, en los dos ejemplares hallados en Gibraltar, de la primera mitad del siglo XII, sus hojas superan ampliamente el metro de longitud. Serían, en la práctica, dos espadas con una hoja de mano y media, pero empuñadura para una sola mano (con pomo esférico).
http://gladius.revistas.csic.es/index.p ... view/59/60
Aunque también existe un ejemplar de espada corta hallada en Liétor (Albacete) del siglo XI, con una acanaladura central ancha. Pero, en general, tanto la espada del siglo IX publicada en Gladius, como la empuñadura de otra sevillana ,se corresponden a modelos europeos. Espadas de tipo carolingio, bien conocidas fuera de nuestra península, normalmente llamadas erróneamente “vikingas”.
En el articulo que he enlazado, David Nicolle también señala que los musulmanes empleaban espadas con pomos esféricos debido a la creencia de que así había sido la espada del profeta y creo recordar que añade una fuente que asegura que los pomos de ciertas espadas andalusíes se asemejaban a una piña de pino: el pomo esférico de uno de los dos ejemplares de Gibraltar tiene una decoración en forma de escamas.
En general, las fuentes musulmanas hablan del uso por parte de andalusíes de espadas de tipo “franco”. Ya en el siglo XIII, Ibn Sa’?d escribió que “los sultanes y soldados andalusíes adoptan a menudo la indumentaria de los cristianos vecinos suyos, sus armas son las mismas…”
En la versión on-line de Gladius también se puede encontrar un artículo muy interesante sobre las técnicas metalúrgicas andalusíes. Es muy ilustrativo sobre las suposiciones del señor Criado...
En fin, el problema del artículo que da origen a esta tira es que se basa en una concatenación de suposiciones. Esta claro que a la hora de redactarlo y citar las fuentes, el autor ignora el formato científico y la misma bibliografía es muy ilustrativa sobre lo que es –y, especialmente, sobre lo que no es- esta “investigación”. Respecto a los datos citados, resulta significativo que a Yus?f ibn T?šuf?n le llame “Tusuf”, que se equivoque en la fecha de nacimiento del Cid e infinidad gazapos más que me he topado, sólo de memoria, sin cotejar. Y, por supuesto, no podían faltar los templarios.
Volvemos a lo mismo. No se puede “seguir el rastro” a una espada a base de citar datos puntuales que hacen referencia a la misma, tanto históricos como literarios, sin que se demuestre cómo ha pasado de un punto a otro o sin cuestionar la fiabilidad de las fuentes. No se puede dar por bueno, sin más, unos datos sobre Álvar Fáñez citados en el Cantar, cuando existen fuentes históricas fiables que demuestran que no acompañó al Cid en su destierro. Si los Infantes de Carrión son un invento literario, y la afrenta de Corpes también, y no existió ese duelo final entre los infantes y los dos hombres de Rodrigo, y sus hijas no se llamaban Elvira y Sol… ¿por qué debería ser cierto que Rodrígo Díaz entregó a la tizona a Pedro Bermúdez?
La historia es una ciencia que estudia la evolución de las sociedades humanas, y la metodología científica implica que toda afirmación ha de estar respaldada con datos que demuestren que las conclusiones alcanzadas tienen algún fundamento. Así es como hemos progresado desde la talla lítica hasta la industria aeroespacial. Y confundir lo que fue, con lo que a nosotros nos gustaría que hubiese sido, es hacer que la ciencia histórica permanezca en la época precientífica de la creación literaria.