Jose Cabello escribió:Que cunda el ejemplo del Corona de Aragón. Fue el primero y hay que hacerlo madurar. Pero que la AEEA tenga su propio torneo internacional de espada larga es más que necesario. Hay mucho potencial, y el que sea un exito o no fuera de nuestras fronteras es sólo cuestión de tiempo y de venderse bien.
Me temo que no es tan sencillo. Vamos a ver si me explico:
Para empezar, citemos a don Oriol Salvador:
"El torneo no tiene como misión determinar quién es el mejor tirador o esgrimista del encuentro. No habrá medallas, ni premios, ni nada similar. El objetivo del mismo es establecer un entorno que, sin ser competitivo, exponga al tirador en una situación de reto y riesgo simulado, jugando la esgrima lo mejor que pueda.
Adicionalmente, querríamos que el entorno fuera de cruce de estilos, con la finalidad de aprender, superarse y probarse contra otras aproximaciones. Por lo tanto, el ambiente deseado es el de respeto y compañerismo."
(De la tira <<I Encuentro de Esgrima Histórica "Corona de Aragón">>
Mientras todos los participantes se adhieran sinceramente a este espíritu, el que el margen de interpretación concedido por las reglas a los árbitros sea amplio no es ningún problema: uno va a hacer su mejor esgrima; si no la hace, aprende; si la hace y gana, pues fale; y si la hace y no gana, pues tampoco pasa nada.
Ahora supongamos que se apuntan a un torneo planteado de esta guisa un grupo de personas que consideran que la competición es el fin absoluto de la esgrima histórica, y que ganar un torneo es la prueba objetiva de que se ha hecho buena esgrima. Personas con dicha actitud, de manera consciente o inconsciente, está habituadas a explotar la letra de las reglas hasta sus últimas consecuencias y, tambien de manera consciente o inconsciente, tienden a poner los valores de respeto, seguridad y compañerismo por detrás del objetivo de la victoria(*).
En el torneo pueden pasar dos cosas:
-Que el arbitraje sea riguroso con estas desviaciones del espíritu e ideal del torneo, con lo que los contendientes antedichos tendrán unos resultados tirando a pobres, que inmediatamente achacarán públicamente al sesgo de los árbitros y a su "caserismo". De ahí a que corra en el mundillo internacional la especie de que la AEEA organiza torneos internacionales sólo para ganarlos, va un paso.
-Que el arbitraje sea permisivo con estas actitudes al provenir de los invitados y con el objeto de evitar el efecto anterior. Entonces los contendientes antedichos tendrán ventaja sobre aquellos que todavía sigan concienciados con el ideal original: estas cosas se acaban percibiendo y adaptando incluso a lo largo de un único torneo (a veces, reitero, de forma más bien "orgánica" e inconsciente), por lo que es muy fácil que al final todo el mundo esté tirando con la misma idea e intención que el grupo de invitados. Y el obejtivo original del torneo se ha ido a hacer puñetas.
¿Escenario apocalíptico? No lo creo: tengo algo de mili a mis espaldas como para saber que gente como la que he descrito no escasea en el panorama esgrimístico internacional. Es más: he visto desenvolverse ante mis ojos escenarios similares al descrito.
En resumen, que torneos como el del "Corona de Aragón" sólo funcionan cuando los que no comparten de verdad los objetivos tan bien descritos por el preboste don Oriol son una exigua minoría (uno o dos no hacen mucho ruido), y se van a hacer puñetas cuando los que van con la idea de la victoria a toda costa son sólo algo más numerosos y/o relevantes (p.e. por ser invitados internacionales).
(Y como ves, la cosa no va de distintos planteamientos en cuanto a velocidad, potencia y fuerza aplicada, sino de la diferencia entre considerar un torneo como una oportunidad de crecimiento esgimístico o como el fin último de la práctica de la esgrima histórica)
En cualquier caso, parece que estamos olvidando un tanto que hay alternativas a los torneos para probarse y tirar con gente de escuelas y estilos distintos al propio. Por ejemplo, las veladas de esgrima que se celebraban en el siglo XIX y principios del XX solían incluir asaltos públicos entre maestros consumados en el que no había ni competición como tal ni más reglas que las del arte(**): en términos de presión, el ser uno de los dos únicos tiradores combatiendo ante un público de conocedores de la materia puede ser perfectamente equiparable a la presión experimentada en un entorno competitivo. Y tienes como ejemplo reciente la visita de los miembros de la escuela de esgrima de Gdasnk: pondría la mano en el fuego de que ninguno de los asaltos contra ellos fué una cuestión rutinaria en cuanto a concentración y presión. En mi experiencia personal, y por razones sentimentales que no vienen al caso, es posible que un asalto libre en los que me enfrenté contra un oponente francés en el encuentro FISAS del 2008 no desmereciera en términos de presión y concentración a la experimentada por mí en cualquiera de los torneos en los que he participado (excepto quizás las de mi primer FISAS, que con eso de perder el virgo esgrimístico la chaquetilla no me llegaba al pecho).
En conclusión: el torneo es una herramienta imprescindible para el crecimiento de todo esgrimidor, independientemente de las reglas aplicadas: en algunos casos dichas reglas sólo permitirán un aprendizaje estrictamente psicológico, y en otros, la aplicación bajo presión de la panoplia técnica adquirida. Pero es una herramienta, no LA herramienta, es decir, no es más imprescindible que el entrenamiento físico y técnico, el asalto libre, los juegos de armas, etc.
(*) Y esto va desde bailecitos y bufonadas para poner nervioso al oponente(o demostrarle que uno no lo está), pasando por celebraciones de los puntos ganados hasta una completa falta de consideración a la seguridad del oponente. Y no estoy poniendo las cosas muy negras, que todas estas actitudes las he visto con estos ojitos que se han de comer los gusanos.
(**)En esta linea debe de interpretarse, por ejemplo, el consejo de conceder al contrario la primera y la última estocada que hace don Gregorio María Dueñas en las reglas de urbanidad y cortesía de su "Ensayo de un tratado de esgrima de florete" (Toledo, 1881)
P.D. Y para poner el
antes que la
, decir que he participado en todos los torneos de los eventos internaciones a los que he acudido independientemente de las reglas y el planteamiento, excepto en una única ocasión en la que mi bisoñez, con el arma en cuestión (el singlestick) y en general en cuanto a los eventos internacionales, me hizo pensar que sería una falta de respeto al resto de los contendientes el presentarme (eso sí, Santo Tomás, una y no más)